Para escribir este artículo hubo que recolectar datos. Así como fue necesario elegir los detalles y las palabras para construir el texto, el ser humano también necesita seleccionar el contenido que desea consumir a diario. Pero, en tiempos de exceso de información, la necesidad de seguir todo lo que sucede a nuestro alrededor ha acarreado una serie de consecuencias perjudiciales para la salud.
Notificaciones en el celular, alertas de correos electrónicos, mensajes recibidos y el timbre del teléfono. Obligaciones laborales y compromisos familiares, todo al mismo tiempo. El exceso de información que recibimos de forma simultánea puede impedir la concentración. Las corridas diarias comprometen la atención y es fácil sacar la mirada del objetivo. La dispersión está casi siempre garantizada.
Los especialistas en neuropsicología cuentan que el exceso de estímulos que recibimos en todo momento puede comprometer nuestra calidad de vida. Se hace difícil relajar la mente y calmar los pensamientos. “Hay una presión social muy grande por el consumo de información. Debido a eso, nuestra memoria trabaja siempre al límite. El problema está en que, muchas veces, debemos filtrar lo que es realmente relevante debido a la diversidad y multiplicidad de estos estímulos. Absorbemos ideas, valores, códigos y señales de forma desenfrenada, pero no logramos profundizar en ninguno de esos asuntos. Eso termina entorpeciendo la memoria, la percepción y la concentración”, afirman.
La dificultad de lidiar con tantas cosas al mismo tiempo genera una carga de estrés y ansiedad. Porque nadie es capaz de asimilar todo lo que sucede todo el tiempo.
Necesitamos saber cómo funciona nuestro cerebro para así comprender también sus restricciones. Básicamente, funciona como un disco rígido de una computadora, o sea, es limitado. Sería bueno que pudiéramos recordar todo lo que sucede a nuestro alrededor, pero eso no sucede. Para poder filtrar nuevas informaciones, el cerebro necesita algunos intervalos de descanso para metabolizar esos datos.
Cuando se convierte en un problema
La capacidad de prestar atención depende directamente del funcionamiento adecuado e integrado de diversas áreas del cerebro. Mantener la atención significa inhibir distracciones de acuerdo con las necesidades de cada momento o situación.
La falta de atención, que puede suceder con personas que mantienen una rutina acelerada y con muchos problemas por resolver, es uno de los síntomas del Trastorno de Déficit de Atención en Hiperactividad (TDAH). Pero no todos los que tienen dificultades de concentración poseen esa condición. Con la popularización del TDAH, se hizo común pensar que las distracciones son indicios del trastorno. Pero no es tan así.
Muchas veces, se llega a una etapa de síntomas, con lapsus en la memoria u olvidos, no porque la persona sufra TDAH, sino porque lleva un estilo de vida demasiado acelerado.
La dieta de la mente
Así como comer comida chatarra todos los días no es bueno para el cuerpo, estar sometidos a un bombardeo constante de información no es bueno para la mente.
Si para bajar de peso o sanar al cuerpo se recomienda hacer dieta, para sanar la mente, también. Es bueno tener momentos de relajación mental, que pueden generarse con música o lectura.
El Ayuno de Daniel, que va desde el 20 de septiembre hasta el 10 de octubre, tiene como propósito el acercamiento a Dios a través de la desconexión total del entretenimiento y la información que nos bombardean a diario.
Serán 21 días sin noticias, ni contenido secular de televisión, internet, redes sociales, diarios, revistas y radios. Dedicaremos estos días a fortalecer nuestra comunión con Dios a través de la lectura de la Biblia, la oración, la meditación en los mensajes publicados en el blog del obispo Macedo y en el Facebook del obispo Djalma.
Aproveche este período para reflexionar sobre cómo ha manejado su vida y piense en actividades que lo hagan estar más conectado con los pensamientos de Dios. De esta forma, su mente estará atenta a Su voz y usted recibirá la orientación que necesita para ser guiado en todas las áreas de su vida.
¿Qué contenidos edifican su interior?
Durante el Ayuno, podrá acceder al mejor contenido para su edificación en los siguientes medios de comunicación:
AMÉRICA 2: De viernes a miércoles de 1 a 2 y de lunes a domingos de 6 a 6:20
TELEFE: De lunes a domingos de 1 a 1:30
AMÉRICA 24: De lunes a domingos de 1 a 1:40
CANAL 9: De martes a sábados de 0:30 a 1 y de 1:30 a 2
También por la frecuencia de Canal 13 de Bs. As., al finalizar la programación
Cuando solo tenía tres años de edad, Mercedes Pazos tuvo que lidiar con el suicidio de su padre y con las consecuencias que eso provocó en su familia: “A mi mamá la echaron de la casa porque la veían como la culpable del suicidio de mi papá. Terminó en la calle con dos hijas y un embarazo en curso. Mi infancia fue muy triste, siempre sentí la falta de mi papá, crecí viviendo con miedo, a la noche veía una figura de un hombre junto a mi cama a pesar de estar durmiendo junto a mi mamá y mis hermanas”, recuerda esta mujer que tuvo una infancia muy dura.
Mi madre sufrió depresión, empezó a tomar alcohol y terminó internada en un neuropsiquiátrico. Yo sentía mucha bronca, estaba muy enojada. Finalmente me escapé, me subí a un tren y vine a Buenos Aires a vivir con una tía. En Buenos Aires encontré cosas peores a las que había dejado en Tucumán. Cuando necesitaba algo me lo ofrecían, pero siempre con segundas intenciones, por lo que me quedaba sin nada.
A los 16 años me casé, y en un lapso de siete años tuve cuatro hijos y me separé. Me quedé sola con mis hijos, repitiendo la historia de mi madre, sin casa ni trabajo. Llegué a dormir en la vereda con mis hijos, que sufrieron desnutrición y tuberculosis”, afirma Mercedes.
“Conseguí un buen trabajo, con el que pude alquilar un lugar para vivir. Pero me diagnosticaron reuma crónico y me dijeron que no podía trabajar más. Yo ocultaba mi enfermedad, porque no quería perder mi trabajo. Al tiempo empecé a tener crisis de angustia y ataques de pánico, por lo que me medicaron. No atendía a mis hijos, me sacaban del trabajo en ambulancia porque los ataques de pánico me sucedían también allí. Era una humillación tremenda y finalmente me forzaron a firmar un retiro voluntario. Quise tirarme bajo el tren junto a mis hijos”, confiesa.
Sin embargo, ese sufrimiento iba a terminar: “Como tenía miedo a la oscuridad, dormía con la tele prendida y una noche vi el programa de la Universal. Llamé por teléfono, me escucharon, me hicieron una oración y en el momento me levanté de la cama, sentí fuerzas. A la mañana siguiente llegué a la iglesia y salí como nueva.
Gracias a Dios dejé todos los medicamentos, no tuve más problemas respiratorios ni gástricos. Económicamente estoy bien, recuperé mi trabajo, las mismas personas que me habían obligado a firmar el retiro voluntario me llamaron para ofrecerme trabajo”, cuenta Mercedes, que no se quedó conforme con esas bendiciones y participó del Ayuno de Daniel, buscando la mayor bendición: “Cuando comprendí la importancia del Espíritu Santo comencé a luchar para recibirlo. Había cosas en mí que tenían que cambiar y no fue fácil, cuesta limpiar el corazón y mantenerlo limpio, pero yo quería nacer de nuevo.
Después del Ayuno experimenté una paz que nunca antes había tenido, hoy sé lo que es estar tranquila, tener gozo, contención y protección. Puede venir la tormenta que sea, pero voy a seguir en paz porque sé que el Dios que me dio vida está siempre conmigo”.
[related_posts limit=”17″]