La bondad es una forma más de amor y en mucho se asemeja a la benignidad. Es tolerante, y no mide sacrificios para ayudar y hacer valer la fuerza del amor por su semejante, sin importar su raza, religión, sexo, edad, etc. En este aspecto, nosotros reconocemos el gran esfuerzo de las personas espiritistas, en el sentido de concentrar fuerzas para realizar caridad. Ellos, sin embargo, pecan en la forma de creer en Dios, pues intentan justificarse delante de Él, no por la fe, como dice la Biblia, sino a través de obras de caridad. En esto están totalmente en contra de las Sagradas Escrituras.
Ahí podemos ver que es posible obtener este fruto, no solamente en los cristianos, sino también en cualquier persona que nada tiene que ver con el Señor Jesús. Mire, si esta modalidad de amor es posible para aquellos que no probaron el don del Espíritu Santo, cuánto más debe ser para aquellos que tuvieron una experiencia personal con Dios: ¡debe ser una obligación!
Aquel que es bueno nunca mira solamente para sí mismo; sino en dirección del otro, queriendo ayudarlo. Aunque esté afligido, quien es bueno continuará mirando siempre en la dirección del otro, del afligido, con la intención de brindarle ayuda.
(*) Texto extraído del libro “El Espíritu Santo”, del obispo Edir Macedo.