“En ese momento cayó el fuego del Señor y quemó el holocausto, la leña, las piedras y el suelo, y hasta lamió el agua de la zanja.” 1 Reyes 18:38
El descenso del fuego del cielo fue apenas el comienzo de lo Sobrenatural.
Por ejemplo, las piedras fueron consumidas, y para derretir una roca son necesarios al menos 1000º C de calor, pero en este caso las piedras desaparecieron. De la leña no quedaron ni las cenizas, cuando lo normal es que algo quede después de un incendio. El polvo desapareció, etc.
Cada elemento que fue consumido por el fuego en el monte tiene su significado, y esa es la razón por la cual el Espíritu Santo insistió en dejar todo detallado.
El Holocausto – fue la ofrenda de sacrificio que trajo la atención de Dios hacia ese lugar, pues el mismo representaba la entrega de la vida de todo aquel que, movido por el arrepentimiento de algún pecado o por el deseo de servir a Dios, de agradarlo, presentaba sacrificios.
La leña – era el combustible para aquel fuego, pues es un excelente conductor, por eso en todos los sacrificios está la presencia de la leña en el Altar.
Así es nuestra fe, es el conductor que
Le lleva nuestras necesidades a Dios y trae la respuesta de Él para nosotros. Es por la fe que llevamos al Altar nuestros sacrificios, sin ella es imposible agradar a Dios.
Las piedras – formaban el Altar que hasta entonces había estado destruido (1 Reyes 18:30), el cual mostraba el abandono de la fe en Dios por parte del pueblo de Israel, y, consecuentemente, la frialdad espiritual.
Habían dejado de prestar atención a Sus Mandamientos, y, consecuentemente, habían dejado de sacrificar en el Altar de Dios para sacrificar en el altar de baal.
De aquel momento en adelante apenas Sacrificarían para el Verdadero Dios.
El polvo – que servía de “testimonio” contra aquella nación, contra la incredulidad, la religiosidad, la infidelidad de ellos para con Dios.
Fue el propio Señor Jesús Quien dijo: “Y, si en algún lugar no os reciben bien o no os escuchan, al salir de allí sacudíos el polvo de los pies, como un testimonio contra ellos.” Marcos 6:11
No había más nada que testimoniar contra ellos a partir de aquel momento.
El agua – que era la mayor necesidad material que tenían, pues por la falta de lluvia por el período de 3 años y medio, la sequía había comenzado a llevarse vidas, a destruir familias, a llevar a las personas a la desesperación, al crimen, al robo, al suicidio…
Tras el descenso del fuego vino la lluvia, y la necesidad se acabó.
La intensidad de fuego fue tan grande que no quedó ninguno de los elementos allí presentados, y eso nos hace entender que la voluntad de Dios era que, de ahí en adelante, no quedasen presos al pasado, no mirasen hacia atrás, pues Él mismo no lo haría.
Cuando el Espíritu de Dios desciende sobre una persona provoca exactamente eso adentro y afuera de ella, pues todo lo que había de la vida de errores, pecados, religiosidad, infidelidad, traumas, miseria, violencia, sufrimiento… se convierte en apenas recuerdos.
El Fuego Divino, el Espíritu Santo, dentro de la persona, hace todo nuevo.