“Tengan cuidado y no dejen que sus corazones se hagan insensibles por los vicios, las borracheras y las preocupaciones de esta vida, para que aquel día no caiga de pronto sobre ustedes.” (Lucas 21:34)
“Aquel día” es el gran día del regreso de Jesús. Para ese día, tenemos que prepararnos, manteniendo nuestra fe en alza. Él no habla solo de los pecados más “grandes” como la orgía y la embriaguez, al contrario, pide que cuidemos que no nos sobrecarguemos con las consecuencias de las preocupaciones de esta vida.
La preocupación genera miedo, duda, ansiedad y desesperación, que invalidan la fe. La fe es el único canal de comunicación con Dios. Quien se sobrecarga con estos sentimientos, inevitablemente se aparta de Él, aunque permanezca en la iglesia.
Estos venenos surgen como semillas de preocupación. Palabras que se vuelven pensamientos; pensamientos que despiertan preguntas; preguntas que se vuelven dudas; dudas que sofocan la fe y crean raíces; raíces de ansiedad, que sobrecargan al corazón con preocupaciones. Preocupaciones que salen por la boca en forma de nuevas semillas, para contaminar a los demás.
La persona así vive el infierno dentro de sí misma. Mientras que no luche con las armas de la fe, va a vivir de preocupación en preocupación. Entonces, la vuelta de Jesús le será un lazo, no alegría. Y si no logró mantenerse en la fe en tiempos de paz, ¿cómo lo logrará en la gran tribulación?
La hora es ahora, mi amigo. Busque un lugar aislado y desahóguese con Dios. Rasgue su alma. Él mismo lo invita: “Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar.” (Mateo 11:28)
Cuide que aquel día sea de alegría. El día de, finalmente, encontrarse con Su Señor.
Haga clic aquí y vea el mensaje anterior.
Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo