Mientras dirige a su tripulación a la cima del Monte Ararat, las palabras de incentivo vuelan con velocidad desde su boca. Se trata de algunas personas que llevan el deseo de millones de cristianos alrededor de todo el mundo. El coronel Irwin es un norteamericano nacido en el seno de una familia irlandesa, que heredó de sus padres el compromiso y la fe cristiana. Alto, de cabello bien peinado y autoridad emanando de sus gestos y palabras, no deja que sus comandados pierdan el foco ni por un minuto.
La misión de Irwin es ardua, pero no es la más ardua de su carrera. Impresionado por las imágenes obtenidas por los satélites de la Administración Nacional Aeronáutica y del Espacio, la NASA, el coronel decidió visitar el lugar donde su antepasado Noé, encalló la embarcación.
El Monte Ararat está situado en Turquía, cerca de la frontera con la Unión Soviética e Irán. En medio a un mundo que enfrenta la Guerra Fría – pelea polarizada por Estados Unidos y Unión Soviética -, el lugar está cerrado a todo tipo de visita, principalmente extranjera.
Aun así, el coronel sube el monte. Su prestigio traspasa cualquier frontera o polémica. Es el hombre que caminó por la Luna.
Irwin en la Luna
James Benson Irwin nació el 17 de marzo de 1930, en Pittsburgh. Sus padres, conocedores de las dificultades que, la mayoría de las veces, sufren los extranjeros en Estados Unidos, incentivaron su instrucción, y, para su alegría, siempre le fue bien en la escuela.
James se graduó en 1947 y en 1951 se convirtió en Licenciado en Ciencias en la Academia Naval de Estados Unidos. Después de 6 años, el muchacho tenía una maestría en Ingeniería Aeronáutica e Ingeniería de Instrumentación, obteniendo su título de la Universidad de Michigan, una de las más respetadas del mundo.
Cuando cumplió los 33 años, cambió el cargo de jefe de requisitos en el Puesto Avanzado del Cuartel General del Comando de Defensa Aérea de USA, por una carrera en la NASA.
Gracias a sus excelentes servicios, Irwin fue uno de los 19 hombres escogidos por la NASA en 1966, para participar del programa que llevaría al hombre a la Luna, en el Apolo.
La segunda misión tripulada en llegar a la Luna fue Apolo 10. Irwin formó parte del equipo de apoyo. Después de que los primeros astronautas pisaran la Luna, participaron en Apolo 11. El Apolo 12, segunda misión que llevó hombres al satélite natural de la Tierra, contó con Irwin como piloto del módulo lunar de backup. El sueño estaba cerca.
Finalmente, el 26 de julio de 1971 y a bordo del Apolo 15, Irwin partió hacia la Luna en la primera misión de cuño científico realizada por la NASA. Irwin fue el octavo hombre en pisar suelo lunar y permaneció allá durante 295 horas y 12 minutos.
En ese viaje fue utilizado, por primera vez, el jeep lunar. Y fue en el viaje de regreso que tuvo lugar, la primera actividad humana extra vehicular fuera de órbita terrestre, con Alfred Worden.
El vuelo fue un éxito y los tres tripulantes recibieron decenas de títulos y honores los años subsiguientes.
Irwin en el Ararat
“Jesús caminando sobre la Tierra es más importante que el hombre caminando sobre la Luna”.
Eso afirmó el coronel Irwin antes de partir en una misión más al Monte Ararat, y lo repitió decenas de veces más. Cristiano fervoroso, Irwin garantizaba que, al revés de lo que muchos piensan, participar en una expedición fuera del planeta, solo fue capaz de aumentar su fe en Dios. “Es increíble que construyera algo tan bello.”
Auto intitulado Embajador de Buena Voluntad para el Príncipe de la Paz, el coronel Irwin se jubiló de su trabajo en la NASA en 1972 y, desde entonces, realizó la organización a esas excursiones en búsqueda de los restos del arca bíblica.
En imágenes satelitales distinguió algunas piezas que parecían antiguas tablas de embarcaciones aplanadas, en la cumbre del Monte Ararat. Encantado por la posibilidad de encontrar vestigios de la historia bíblica, aprovechó su prestigio para entrar en tierras turcas prohibidas.
“Dios me llevó a la Luna y me trajo a la cima del Ararat. Soy un privilegiado por haber visto todo lo que vi.”
Después de los privilegios
James Benson Irwin entró en la Historia como uno de los más importantes astronautas, siendo el responsable directo de los avances del hombre fuera de la Tierra. En el transcurso de su trayectoria nunca dejó de declararse cristiano.
Cuando su esposa enviudó, el 8 de agosto de 1991, vio a sus cinco hijos recibiendo las condolencias del mundo entero. El ataque cardíaco fatal sacó a Irwin de la sociedad, pero nunca lo sacará de donde Dios lo puso.