Muchas personas creen que el causante de tantos desastres en la humanidad es Dios. Sin embargo, no se dan cuenta de que son ellas mismas las que se alejan de Él cada vez que pecan. Consecuentemente, si la humanidad no posee la protección el Altísimo, está sujeta al mal.
Dios nos proporciona elementos fundamentales para nuestra supervivencia, como el sol, la lluvia, los frutos de la tierra y el oxígeno, pero, aun con todo esto, la humanidad se ha creído autosuficiente y ha negado la superioridad del Altísimo.
El Señor nos da el libre albedrío para que hagamos lo que queramos, pero no estamos libres de las consecuencias de nuestros actos. Pese a que Dios quiera que el mundo busque Su protección, no obligará a nadie a hacerlo, porque Él no es un dictador. Aún así, no tiene ninguna obligación con el que Lo desprecia y no Le tiene temor, por lo tanto, permitirá que las cosas malas sucedan para quebrar la arrogancia y el orgullo de los soberbios y, de esta forma, reconozcan la autoridad que Él tiene.
La rebeldía de Israel
El pueblo hebreo se dirigía a las ruinas debido a que se alejaron de Dios en pos de los pecados. Israel se volvió soberbio y no reconoció lo que el Señor hizo para liberar a Su pueblo de la esclavitud de los egipcios.
“Y en aquél día quebraré Yo el arco de Israel en el valle de Jezreel…” Oseas 1:5.
El significado de “quebrar el arco” representaba la destrucción del poder militar. En otras palabras, las fuerzas de Israel se desvanecerían.
Dios permitió que fueran humillados para que reconocieran sus errores, solo así tendrían la oportunidad de acercase nuevamente a Él. Y esto es lo que ha sucedido en la actualidad, Dios ha permitido este problema mundial para que recapacitemos y nos acerquemos a Él.
Este ha sido Su lenguaje en estos tiempos.