“Si en mi caso mi marido trabaja y yo también, ¿está mal que me ayude con las tareas domésticas, ya que ambos trabajamos?”
Respuesta:
No está mal que ustedes se ayuden el uno al otro. Pero, esa ayuda debe ser dada de corazón y no por obligación. ¿A usted le gustaría que su esposo la obligue a decir que usted lo ama? ¡Estoy segura que no! Pues bien, de la misma forma, a él tampoco le gusta cuando usted le dice que él debería ayudarla a hacer esto o aquello. Él, como todos los hombres, tiene la naturaleza de líder. A ellos no les gusta ser mandados, principalmente por la esposa. Y cuando eso sucede, terminan cerrándose como defensa.
Amiga, voy a serle sincera y espero que usted no se disguste con esto, ¿ok? En vez de estar mirando lo que su esposo no hizo, debería usar la sabiduría y buscar saber lo que podría hacer para reconquistarlo. Es eso mismo, mi amiga, ¡usted debe reconquistarlo!
¿Se acuerda de cuando se conocieron? ¿Cómo era el deseo de ayudar y agradar al otro? Entonces, busque hacer lo mismo. No esté exigiéndole, pues eso va a desgastar su matrimonio. Invierta en su marido, en hacer su comida favorita, en cuidar sus cosas con amor. ¿Usted quiere saber cuál es el secreto para recibir? ¡Es dar! Haga para su esposo todo lo que a usted le gustaría que él hiciese por usted. Trátelo bien, con cariño, respeto y mucho amor. Un secreto más: usted debe hacer todo eso sin segundas intenciones. Debe amarlo, agradarle por amor.
¿Es difícil? Sí, y por eso mucha gente desiste y se separa. Por eso, si usted estuviese dispuesta a luchar para que su matrimonio prevalezca sobre las dificultades, entonces, nuestro Señor también está dispuesto a darle la fuerza que usted necesita y hacer de su matrimonio un pedacito de cielo.
(*) Respuesta retirada del blog Cristiane Cardoso.
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