El obispo Edir Macedo subió al Monte Hermón, el Monte de la Consagración, el 14 de abril, día del cierre del Ayuno de Daniel.
¿Por qué?
No es solo para un efecto de escenografía, porque es un lugar espectacular. No es solamente por el hecho de que esa montaña se considera los “Ojos de Israel”, por ser tan alta.
Es, por encima de todo, porque fue el monte elegido por Dios para que el Señor Jesús fuera consagrado. Fue en la cima que Su Hijo tuvo la confirmación de que Él era realmente el Hijo del Amado, enviado para salvar.
“Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad.
Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia.
Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo.” 2 Pedro 1:16-18
El Monte Santo, Monte Sagrado, según el significado de Har Hermon en hebreo. El Monte de la Transfiguración, en que Pedro, Santiago y Juan vieron a Jesús rodeado de una luz intensa conversando con los profetas Elías y Moisés (Mateo 17:1-9).
El obispo podría haber elegido otros montes de Tierra Santa, que fueran significativos para los cristianos, para cerrar algo tan importante como los 21 días del Ayuno de Daniel. Podría haber sido el Monte de los Olivos, en el que a Jesús tanto le gustaba orar y buscaba los brazos del Padre en los momentos difíciles o el Monte de las Bienaventuranzas, elevación de la abundante vegetación en que muchos escuchaban sus prédicas donde enseñaba los secretos de la vida eterna, como el famoso Sermón de la Montaña. Quizás el Monte Moriah, que en esa época tenía en la cima el Segundo Templo, también era el lugar donde Abraham escuchó el motivo por el cual Dios le pidió que sacrificara a Isaac. O incluso el Monte Carmelo, en el que Dios oía a Elías. Podría ser también fuera de Israel, el Monte Sinaí, donde Dios Le entregó a Moisés Su Ley.
Sin embargo, eligió el Hermón. Frío, lleno de nieve y hielo, de gran altura y difícil de escalar. El obispo Macedo, al ir al “Ojos de Israel”, despierta el interés de los que creen en la Salvación por lo que esa montaña representa.
Y ese significado fue profetizado, milenios antes de Cristo, por las canciones de David:
“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es?habitar los hermanos juntos en armonía!
Es como el buen óleo sobre la cabeza,?el cual desciende sobre la barba,?la barba de Aarón,?Y baja hasta el borde de sus vestiduras;
Como el rocío de Hermón,?que desciende sobre los montes de Sion;?porque allí envía el Señor bendición, y vida eterna.” Salmos 133
“Los hermanos juntos”. la iglesia, no el templo de material, no solo una institución humana y sí la reunión en que crecemos como hijos de Dios y Sus verdaderos seguidores, alrededor de Su Trono. El Monte Hermón representa a Jesús y Su iglesia.
“El buen óleo sobre la cabeza”, el Espíritu Santo, en Su representación física de la unción de aceite. En Su carácter sagrado, la protección que nos proporciona al ser revestidos de Él – “el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón. Y baja hasta el borde de sus vestiduras”.
“El rocío de Hermón”, una metáfora que usa el nacimiento del río Jordán a los pies de esa montaña, que hace posible la vida en la tierra seca de Israel – “los montes de Sion”. Así como el Mesías es la fuente de agua viva sobre nosotros, que no podemos vivir sin Él. Nada vive sin agua, nadie vive sin el Señor Jesús.
Jesús fue transfigurado en ese monte, fue transformado. Sus discípulos Lo vieron de manera diferente en esa ocasión. Y no fue un cambio simple, no pasó desapercibido, como los que suceden a diario. Fue un cambio drástico, beneficioso, que se podía ver. Y una persona purificada por el Espíritu Santo que pasa a habitar en su cuerpo, que pasa a ser Su templo, también atraviesa un cambio percibido por ella y por los que están a su alrededor.
Esa persona pasa a tener una visión diferente de la vida y del mundo. Los dones del Espíritu Santo hacen que ella los entienda. Ella actúa diferente, piensa distinto, pasa a tener en sí el carácter de Dios, el Señor Jesús como su padrón, su referente. Ese es el mayor objetivo de la campaña del Monte Hermón.
A través de ese cambio podemos ver el Hermón no solo como una poderosa elevación que domina el paisaje, que se vuelve el horizonte. Podemos verlo, revestidos del Espíritu, impregnados de Él, como el santuario que representa.
Por lo tanto, la elección del obispo Macedo y la de Jesús por ese lugar vinieron en primer lugar de Dios.
“Pero en mi santo monte, en el alto monte de Israel, dice Dios el Señor, allí me servirá toda la casa de Israel, toda ella en la tierra; allí los aceptaré, y allí demandaré vuestras ofrendas, y las primicias de vuestros dones, con todas vuestras cosas consagradas.” Ezequiel 20:40
Dios enseña, del Hermón, como servirlo, como ser verdaderamente Su hijo.
Por eso, desde allá, el 14 de abril se celebró el último día del Ayuno de Daniel. Con la unción del Señor Jesús, en Su autoridad, el obispo Macedo extendió sus manos hacia las personas que creen de hecho y determinó la bendición, la vida para todos.
Para usted.
Para siempre.
Directamente desde el Monte Hermón
La bendición para siempre, determinada en el capítulo 133 del libro de Salmos, fue ordenada también a todos los que creen a través de las manos del obispo Macedo, directamente desde el Monte Hermón, el Monte de la Consagración, en Israel.
Cerrando el período de la campaña del Ayuno de Daniel, millones de personas en todo el mundo pudieron ver por videoconferencia la ministración del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo “es el Señor Jesús dentro de nosotros”, dijo el obispo, explicando que es ese Poder el que nos transforma y nos dirige en nuestro camino.
Vea la ministración del Espíritu Santo realizada por el obispo Edir Macedo y escriba su experiencia personal con Él.