El ex operario de fábrica Joe Robinson, de 77 años, posee en su jardín más de dos decenas de bellos floreros suspendidos de begonias coloridas. Otras diversas están por el piso. Muy bien cuidadas, las flores son admiradas por los vecinos y por desconocidos que pasan frente a su casa, en la aldea de Crook, en Durham, en Inglaterra.
Solo mérito de alguien cuidadoso si no fuera el hecho de que Robinson no ve absolutamente nada. Él perdió completamente la visión hace 20 años debido a problemas de salud. Pero su sensibilidad y su toque continúan perfeccionándose y son moldeados con el pasar de los años.
Apenas a través del olfato y del tacto, él cuida solo el lugar. Su esposa es alérgica a las flores y, por eso, no logra auxiliarlo en las tareas rutinarias del jardín. Él ya ganó inclusive premios, y afirma que, aunque no pueda ver el jardín, es capaz de sentirlo.
Visión espiritual
El ejemplo de Robinson muestra que cualquiera puede ir más allá. Él podría haber usado su limitación física para excusarse, dejar de cuidar las cosas. Pero no, él eligió continuar “viendo” su jardín.
En la vida con Dios también es así. Es importante que dejemos de observar al mundo que nos rodea con la visión física y que hagamos la elección de mirar con los ojos espirituales, los ojos de la fe.
En su blog, el escritor y conductor del Programa “The Love School – La Escuela del Amor”, Renato Cardoso, explica que los ojos de la fe hacen que la persona tenga una visión inteligente sobre todo. Al contrario de ellos, los ojos humanos permiten que la persona se pierda en la vida. “Los ojos de la fe ven a través de la integridad y dependencia de Dios. Él no miente y no falla. Lo que prometió, Lo cumplirá”, destaca Renato.
No importa lo que los ojos humanos estén viendo, sea una deficiencia, limitación o cualquier otra característica. A los que creen, la visión física no determina nada, y no es fuerte para impedir lo que quiera que sea. Pero, es importante destacar que la visión espiritual es abierta solo por medio de la fe, que debe ser ejercitada diariamente. Sin ella es imposible agradar a Dios. Ella es el único canal de comunicación con el Altísimo. “Aprenda a ver a través de los ojos de la fe. Siempre. Él nunca desamparará a su alma”, finaliza Renato.
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