Para ser próspero es necesario estar con la cabeza en Jesús
Durante la programación de la IURD TV, el obispo Macedo explicó como el diezmo puede traer la prosperidad usando el ejemplo del pasaje en Génesis 28:10, en el cual se cuenta que Jacob estaba en el desierto y, al descansar su cabeza en la piedra, tuvo un sueño que cambiaría su vida.
“Un hombre huyó de su casa, porque su hermano quería matarlo. Él fue por el desierto y perdió todo lo que tenía y se quedó solamente con una vasija pequeña de aceite. Pero él creía en Dios, creía en las promesas que Él le había hecho a sus padres. Un día él colocó su cabeza en una piedra en el desierto, solo y sin nada. En esa piedra soñó con una escalera que iba de la tierra al cielo, y ángeles subían y bajaban. En esa visión, en ese sueño, aquel hombre tuvo un entendimiento acerca de Dios y entonces hizo un pacto con Él, diciendo: “… Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, el Señor será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti.”, (Génesis 28:20-22). O sea, el diezmo era una señal del pacto que él hizo con Dios. A causa de este pacto él comenzó a prosperar. Primero, trabajaba para su suegro y, después, por su propia cuenta. De esta manera, él se volvió un hombre rico, próspero, bendecido y sus enemigos no podían destruirlo.”
Sin embargo, el obispo destacó que eso solamente sucede porque este hombre hizo un pacto con Dios. “Es eso lo que usted tiene que hacer para cambiar su vida.”
Él aclaró también que este pacto se inició cuando él colocó su cabeza sobre la piedra y tuvo una visión. “¿Cuándo él entendió eso? Cuando él colocó su cabeza en la piedra. Y cuando colocamos nuestra cabeza en la piedra angular que es Jesús, entonces, uno tiene ideas, sueños, inspiraciones, direcciones de Dios, porque el Espíritu de Jesús lo guía y nos hace una nueva criatura, exitosa en la vida espiritual, sentimental, en la familia, en la salud, en todos los aspectos”.
El obispo también destacó que no es por los sentimientos que esos cambios suceden, sino por la fe. “No son los sentimientos, sino la cabeza que tiene que ser colocada en Él, la piedra angular. Cuando se hizo eso, se puede tener certeza de que su vida prosperará”, finaliza el obispo.