Muchas mujeres sueñan con ser amadas de manera incondicional, pero se olvidan de que antes es necesario otro tipo de amor
Hay cosas que simplemente no funcionan si invertimos su orden de realización. Es imposible cosechar sin sembrar, cocinar sin los ingredientes o vestirse con una prenda antes de que esté limpia y seca. Incluso podés intentarlo, pero el resultado será catastrófico, incómodo y frustrante. Lo mismo sucede con el amor.
Antes de buscar a alguien
Amar y ser amada es el deseo de la mayoría de las mujeres; sin embargo, antes de iniciar una relación, hay un orden que debe ser seguido, y este está enseñado en el Texto Sagrado.
Los mandamientos más importantes tienen que ver con el amor, como bien lo explicó el Señor Jesús al describir el gran mandamiento de la Ley:
“… Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mimos. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas”. (Mateo 22:37-40).
Un error común
No hay misterio respecto a la importancia de amar a Dios por encima de todo y de todos. No obstante, muchas mujeres invierten el orden del segundo mandamiento, porque creen que necesitan ser amadas antes de poder amarse a sí mismas. Este es un error que ha condenado a muchas a la infelicidad, a la frustración, al malestar, a relaciones abusivas, a la baja autoestima, al miedo y a la soledad.
Amarse a una misma
El primer paso es reconocer que fuimos creadas a imagen y semejanza de Dios, y que Su amor por nosotras es el más genuino y profundo que existe. Y si Él nos ama aun viendo nuestras fallas, ¿qué nos impide amarnos a nosotras mismas? ¡Nada!
El amor de Dios es el único que debemos considerar para ver nuestro verdadero valor y amarnos. Esa es la referencia de amor que debemos tener, como está escrito en 1 Juan 4:19:
“Nosotros amamos, porque Él nos amó primero”. 1 Juan 4:19
Al aprender a amar a Dios, reconocer Su amor y amarte a vos misma, podrás ser amada de una forma saludable, enriquecedora y segura. Por eso, amá a Dios y amate a vos misma: ese es el orden correcto para que estés lista para el amor. Así de simple.