Es muy común hoy en día, que un hombre asuma una relación con una mujer que ya tiene hijos de otro casamiento. Los niños están inevitablemente incluidos en el lazo afectivo y, manejar la nueva función de padrastro al mismo tiempo que no es fácil, puede ser muy provechoso para todos los involucrados.
Para eso, hay una serie de consejos de lo que debe y de lo que no debe ser hecho, según Roselake Leiros, coach especializada en desarrollo humano. Para ella, el hombre necesita entender su papel ante los hijos de su amada.
En un primer momento, lo que se conoce en relación a la persona en quien se está interesado es superficial, y el hecho de que ella tenga o no hijos es irrelevante. “Cuando se involucran y el sentimiento aflora, el hombre no va a desperdiciar a una compañera interesante y madura solo porque ella es madre. En realidad, el hombre está buscando a alguien que realmente valga la pena y que corresponda a sus valores”, dice la especialista.
Cuando la relación comienza a evolucionar, el hombre tiende a pensar en los pros y contras. “El hombre, antes de permitirse vivir esa relación, debe analizar si la relación entre su compañera y los hijos es respetuosa, firme y sensata para que él tenga la seguridad de que sus elecciones no serán problemas futuros.”
Roselake destaca que el hombre debe buscar conocer previamente la rutina, la convivencia y los problemas que ya existen en esa familia, pues, al comenzar a relacionarse con ella, será parte de todo eso. Ella dice que es común que él sienta cierta inseguridad y, por eso mismo, da algunos consejos:
Lugar correcto: Nadie reemplaza al padre. “No espere ser llamado o considerado como padre, y no permita eso, porque ese lugar ya tiene dueño, usted debe querer ser considerado como un gran amigo, el marido de la madre, un “brother”. Es muy importante que esa jerarquía sea respetada para el buen funcionamiento de la familia.”
Celos: Pueden aparecer en relación a cualquiera de los involucrados en la relación, al padrastro, a la madre, a los hijastros. E involucra a varios factores: el amor, el tiempo dedicado, la atención, la admiración. Al principio, puede estar oculto, pero tiende a aparecer, generando discordia, peleas, intrigas, amenazas y rebeldía, solo para citar algunos de los posibles efectos más indeseables. El hombre, según Roselake, tiene que imponerse, con respeto. “De esos conflictos salen discusiones como: “tu no eres mi papá y no me mandas a mí”, “a mí no me caes bien” o “tu eres un aburrido”, en ese momento es importante reconocer que todos tienen su lugar e importancia. Por lo tanto, tome también su lugar y reconozca su importancia.”
Respetar los espacios: Construir y mantener una relación saludable no es solo el papel del padrastro. Eso también debe ser hecho por la esposa y por los hijastros. Depende de todos. Por eso, la madre debe ser la intermediaria en la relación entre los hijos y el nuevo miembro de la familia, que deben respetar sus espacios mutuamente.
No quiera educarlos: “Es necesario tener la conciencia de que los hijos no son suyos, por lo tanto, usted puede y debe solo ayudar en la educación observando los comportamientos, las actitudes y siempre mantenerse neutro, sin expresar opiniones y pasar por encima de la autoridad de la madre”, recomienda la profesional. El punto de vista del padrastro debe ser expuesto a la compañera como una contribución, sin imponerle o exigirle actitudes a ella. Le corresponde a ella elegir cuál será su postura ante sus hijos para obtener resultados positivos para todos.
Reglas: El padrastro debe ayudar a la esposa a generar las reglas básicas de convivencia y cuidar que cada miembro de la familia tenga su privacidad garantizada. Si eso fuere hecho desde el comienzo de la relación evitará problemas futuros.
Respeto mutuo: Si el espacio y la importancia de cada uno fueren respetados en la familia, habrá un terreno muy fértil para que nazcan lazos no solo de convivencia pacífica, sino de admiración y amor.