“Coquetear es un noviazgo inofensivo, sin consecuencias, que no termina ni en pretoria ni en la cárcel”, dijo una vez el poeta parnasiano brasileño Olavo Bilac. Con todo respeto a la memoria de este hombre, él no estaba en lo correcto. Principalmente cuando nos referimos a los hombres que ya tienen un compromiso.
De acuerdo a un estudio realizado por psicólogos en Canadá, cuando un hombre comprometido le da más atención de la que debería a otra mujer que la encuentra atractiva, tiende a ver a su propia compañera con menos interés. Solo que los mismos especialistas también concluyeron que si el marido, prometido o novio fuere educado para darse cuenta de que esa mujer “de afuera” es una amenaza para su relación tenderá a tener más cuidado con las tentaciones.
Los psicólogos John Lydon, Danielle Menzies-Toman y Kimberly Burton, de la Universidad McGill en Montreal, llevaron a cabo este estudio en colaboración con Chris Bell, de la Universidad de York en Toronto. Ellos se dieron cuenta de que muchos hombres tienden a no ver los coqueteos como una traición. Solo que es en un “galanteo” aparentemente inocente que, muchas veces, puede comenzar una aventura extraconyugal. Obviamente, eso también dependerá de la actitud de la mujer acosada, que concuerda o no con la relación prohibida, cuando ella sabe todos los detalles, por supuesto, porque no faltan por ahí individuos que esconden que son comprometidos.
Después de interesarse por otra mujer, existe una tendencia de que el hombre comience a ver a su compañera con otros ojos, de manera negativa. “Sin embargo creemos que, si el hombre es orientado a ver a estas ‘mujeres interesantes’ como una amenaza a su relación, ellos la protegerán más”, considera John Lydon.
El equipo canadiense también se dio cuenta que hay más éxito en mantenerse fiel cuando el hombre establece planes y defensas anticipadamente para evitar el coqueteo, o incluso para la eventualidad de recibir palabras seductoras, algo que también sucede. Entre varias, una de las actitudes más notadas en aquellos que querían evitar ceder a la tentación, fue la de mantener distancia de tales mujeres que podrían significar un peligro, precaución que se mostró eficaz. “La probabilidad de que estas estrategias sean exitosas es significativamente mayor, que si el hombre simplemente desconoce las consecuencias de sus actos”, concluye Lydon.
Lo que los psicólogos de Mcgill y de York tan competentemente aprendieron y transmitieron al público en pleno siglo 21, con toda la estructura disponible en las dos destacadas universidades, ya viene aconsejándose hace milenios y parece algo sencillo, es que un pensamiento o elogio inapropiado aparentemente inofensivo, puede iniciar una reacción en cadena con un fin nada feliz. Y muchos aún prefieren fingir no entender esto.
De hecho, ¿vale la pena arriesgar tanto por una simple aventura? Hasta la ciencia ya ha comprobado que no.
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