Existen dos tipos de fe: la natural y la sobrenatural. La fe natural viene desde la cuna y funciona dentro de nosotros, así como los cinco sentidos naturales. La fe sobrenatural es distinta a esa. Mientras que la fe natural se desarrolla en un mundo físico, la fe sobrenatural solo se desarrolla en un mundo totalmente espiritual a través del conocimiento de la Palabra de Dios. La fe sobrenatural es el único canal de comunicación entre el mundo físico y el espiritual, entre el ser humano y Dios.
En las Sagradas Escrituras encontramos muchos ejemplos de manifestación de la fe sobrenatural, inclusive su propia definición que, de acuerdo con el escritor de Hebreos, es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.
La fe sobrenatural jamás podrá ser explicada a través de la lógica o de la razón, porque es don de Dios. Y las reglas establecidas por las leyes físicas son frontalmente contrarias a las reglas que rigen la ley de la fe; en otras palabras, la fe sobrenatural es la más absoluta certeza de que Dios es real, que Su Palabra es verdadera y que todo lo que Él prometió será cumplido, aunque parezca que esté tardando.
Todas las actitudes del Señor Jesús, durante Su ministerio aquí en la Tierra, fueron las mayores expresiones de la fe sobrenatural. Todos Sus milagros, actitudes y enseñanzas expresan de forma grandiosa la realidad de la fe.
Esta solamente nace, crece y se desarrolla en las vidas de los que tienen oídos para oír la Palabra de Dios; este es el método que el Señor escogió para revelar Su voluntad. Por eso es muy importante que las personas gasten parte de su tiempo oyendo o meditando en la Palabra.
El apóstol Pablo, escribiéndole a la Iglesia de Corinto, dice: “Ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.” (1 Corintios 2:4-5)
Cuando Pedro Le dijo al Señor Jesús que la higuera que había maldecido se había secado totalmente, entonces Cristo le respondió: “Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.” (Marcos 11:22-23)
Esta fe, la cual el Señor nos exhorta a tener, es la fe sobrenatural; la certeza de justificación delante de Dios; la certeza de cosas que no se esperan y la convicción de hechos que no se ven; la fe no solo mueve montañas, sino todas las montañas de dificultades que pasan en la vida del fiel. Esta calidad de fe es la que movió a personas como Abraham, Moisés, Josué, Elías y tantos otros. Este es el tipo de fe que el Señor Jesús nos exhorta a poseer.
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