«Cristo, en los días de Su carne, habiendo ofrecido Oraciones y Súplicas con Gran Clamor y Lágrimas al que podía librarle de la muerte, fue oído a causa de Su temor reverente;
y aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció». Hebreos 5:7-8
«Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda Tus Estatutos». Salmos 119:71