El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. Mateo 13:44
Ese tesoro es el Espíritu Santo.
El hombre encontró el tesoro, lo escondió de nuevo, y quiso comprar el campo donde estaba el tesoro. Cuando usted encuentra ese tesoro, todo lo demás pierde valor.
El hombre “halló” el tesoro porque lo estaba buscando.
Si lo buscaba, era porque había oído hablar de su existencia.
Quien no sabe acerca de la existencia del Espíritu Santo, ni entiende Su valor, nunca Lo buscará.
Dice el dicho “El que busca encuentra”, pero si usted no sabe de la existencia del Espíritu Santo y no conoce su valor nunca Lo buscará. Por eso nosotros le hablamos todos los días de Él.
El Espíritu Santo es Dios.
El Espíritu Santo quiere habitar dentro de usted. La Biblia dice que nosotros somos templo del Espíritu Santo.
Cuando Jesús subió a los Cielos, les dijo a los discípulos que se quedaran allí hasta recibir el Espíritu Santo, y solo después de haberlo recibido ellos estuvieron en condiciones de hacer la Obra de Dios. Porque hay muchas luchas y problemas, derribamos a uno y otro se levanta, y otro más…¡y solo con el Espíritu Santo en nuestro interior somos poderosos para vencerlos!
Jesús fue llevado al desierto para ser tentado, y solo pudo vencer gracias al Espíritu Santo. Y si Jesús Lo necesitó, ¡cuánto más nosotros!
Nadie busca lo que no tiene valor.
Cuando yo no tenía el Espíritu Santo y el pastor dijo que Lo necesitábamos para estar firmes en la fe y para ser salvos, puse toda mi fuerza. Le pregunté: “¿qué tengo que hacer para recibirlo?”
Y él me dijo: “tienes que estar limpio y entregarle toda tu vida” ¡Yo estaba dispuesto a hacer lo que fuera! Veía que los demonios les obedecían a los pastores y él me decía que lo mismo sucedería conmigo cuando tuviera el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es el tesoro, ¡pero hay que pagar el precio! No es un precio de dinero, es renunciar a todo lo que usted quiere para obedecer a la Palabra de Dios. Yo entregué mi todo y encontré ese Tesoro.
Hay quien dice: “¡El día más feliz de mi vida fue cuando me casé!”
Y yo le digo: “¡El día más feliz de mi vida fue cuando recibí el Espíritu Santo!”
Cuando usted Lo recibe es un gozo, una certeza de que es una nueva criatura.
Yo amo a mi esposa y amo el día en que me casé, ¡pero más importante es el día en que recibí el Espíritu Santo!
Cuando la persona encuentra al Espíritu Santo es capaz de dejar todo para tenerlo.
Las personas hacen de todo para lograr cosas materiales, incluso llegan a hacer pacto con satanás, venden su alma al diablo.
Cuando ese hombre halló el tesoro, inmediatamente evaluó lo que tenía que hacer para obtenerlo.
Todo lo que poseía pasó a valer menos que aquel tesoro.
Por eso, alegremente, cambió todo lo que tenía por él.
¡Ese es el camino para quien quiere recibir el Espíritu Santo!
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Obispo Francisco Couto