Pedro: “Mis padres tenían el vicio del cigarrillo y el alcohol, por este motivo a los 11 años de edad empecé a fumar cigarrillos y a tomar alcohol. A los 14 conocí la marihuana porque unos amigos me convidaron, pensé que me iba a poder controlar, pero no fue así. Cada día consumía más. A los 16 empecé a frecuentar un grupo de barras bravas, íbamos todos los fines de semana a la cancha y comencé a consumir cocaína. Muchas veces me quedé tirado en la calle, me despertaba y no sabía dónde estaba. No tenía ni un centavo en el bolsillo, tenía que salir a robar para juntar para el boleto y llegar a mi casa.
En esa época era tildado como el hijo perdido, todos los que me miraban me decían: “tan joven y perdido”. De lunes a jueves trabajaba y me comportaba como cualquier persona normal, pero llegaban los fines de semana y me transformaba totalmente. Salía del trabajo con un trago y no paraba, abandonaba todo, dejaba a mi esposa en mi casa y me perdía.
Me sentía con mucha impotencia porque no podía controlar los vicios, llegaba el fin de semana y empezaba a temblar porque quería consumir y tomar. Mis padres no sabían que yo me drogaba y un día llegué completamente perdido a mi casa, le quise pegar a mi papá, caí al piso y empecé a convulsionar. Me llevaron a un centro asistencial y fue ahí que mis padres se enteraron de que tenía una sobredosis, que me había hecho tatuajes y que tenía cortados los brazos.
Cuando tenía 19 años falleció mi hermana mayor, ella era mi cómplice, la única que sabía pero no contaba nada. Esto generó mucha tristeza y angustia en mí y me involucré mucho más en las drogas, necesitaba algo más fuerte. Una persona me invitó a conocer el poxiran, era muy fuerte, perdía totalmente la cabeza. Mi esposa comenzó a reclamarme que yo no estaba en casa los fines de semana, entonces agarré un cuchillo, se lo puse en el cuello y le dije que no se metiera en mi vida, si hubiera estado más drogado, la mataba.
Cada día dormía una hora y fumaba cuatro atados de cigarrillos, prefería no comer a que me falten los vicios. Era muy violento y cuando me faltaba la droga era aún peor, teníamos muchos conflictos con mi esposa porque ella trataba de ayudarme, pero yo no la dejaba.
Intenté suicidarme unas tres veces. Estuve a punto de hacerlo delante de mi hija; no sabía que ella estaba ahí, pero reaccioné y me di cuenta de que tenía que ponerle un punto final a los vicios. No sabía cómo abandonar mis adicciones y nadie podía ayudarme porque yo me encerraba cada vez más.
El vicio me hizo perder muchas cosas: el trabajo, mi familia y hasta la dignidad. Vivía humillado y despreciado. Hasta que a mi esposa le dieron una invitación para participar en el Tratamiento y me insistió para que viniera, me costó venir pero hoy ya no consumo, estoy libre. La gente que me ve sabe que un milagro sucedió en mi vida. Conseguí trabajo y mi matrimonio fue restaurado, recuperamos los 13 años que perdí en los vicios. Me levanto feliz todo los días, todo cambió en mi vida gracias a Dios”.
Participe usted también de la reunión del Tratamiento definitivo para la Cura de los Vicios y compruebe en su vida o en la de un ser querido que existe una salida para este mal. Lo esperamos este domingo a las 15 h en Av. Corrientes 4070, Almagro.
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