Ariel González: “Fui al Templo de Salomón en septiembre del año pasado, no estaba en mis planes. Había escuchado a muchas personas que viajaron, ellas me hablaron acerca de la santidad del lugar. Por eso, aunque no tenía condiciones, decidí viajar con la caravana.
Cuando entré al Templo de Salomón, lo primero que me impactó fue la estructura del lugar. Después, participé de la reunión y noté que era algo distinto y cuando salí, me di cuenta que estaba mejor espiritualmente, mucho más fuerte. Yo fui con ganas de tener un encuentro con Dios y lo logré. Llevé pedidos y Dios respondió todos.
El viaje me ayudó a crecer espiritualmente. Ahora sé que viajar al Templo de Salomón no es un simple viaje turístico, sino que ayuda a la vida espiritual. Estoy preparado para volver a viajar en la próxima caravana”.
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