¿Hace cuánto tiempo usted tiene un sueño que no se realiza? ¿Hace cuánto tiempo usted se ha sentido humillado por sus familiares y por las personas que le rodean?
Si aun concurriendo a una iglesia y estando delante de Dios no logra ver un verdadero cambio, entonces su vida se asemeja a la de Ana.
Ana era una mujer de Dios que anualmente subía al Templo para ofrecer sacrificios, como muestra el texto bíblico:
“Y todos los años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios al Señor de los Ejércitos en Silo (…) Y cuando llegaba el día en que Elcana ofrecía sacrificio, daba a Penina su mujer, a todos sus hijos y a todas sus hijas, a cada uno su parte. Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque el Señor no le había concedido tener hijos.” (1 Samuel 1:3-5)
A pesar del amor de su marido, Ana continuaba triste y avergonzada porque era estéril – lo que en la época se consideraba la mayor humillación para una mujer.
Para empeorar la situación, su marido tenía una segunda mujer, llamada Penina, que no era estéril y no se cansaba de burlarse de Ana: “Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque el Señor no le había concedido tener hijos” (1Samuel 1:6)
Ana perseguía el sueño de ser madre, pero, a pesar de sus ofrendas anuales, ella siempre volvía llorando e infeliz, mientras tanto su vergüenza solo aumentaba.
Ante tanto sufrimiento, ella no podía identificar su verdadera rival, que no era Penina, sino su esterilidad. Ana insistía en usar el sentimiento con el fin de sensibilizar a Dios, pero las lágrimas emocionales nunca fueron una razón para que Dios cambie la vida de alguien.
La indignación
Sin embargo, hubo un día en que Ana entendió que ella tenía que salir de la dependencia de su marido y generar su propio sacrificio. Fue entonces cuando aquellas lágrimas se transformaron en una indignación e hizo algo que cambió su vida por completo: UN VOTO.
El voto de Ana hecho en el Altar cambió totalmente su historia. Y le dio a Dios su tan soñado hijo: “E hizo voto, diciendo: Señor de los Ejércitos, si Te dignares mirar a la aflicción de Tu sierva, y Te acordares de mí, y no Te olvidares de Tu sierva, sino que dieres a Tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré al Señor todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.” (1 Samuel 1:11)
Ana comprendió que oraciones y lágrimas no cambiarían su situación. Por eso, ella fue a resolver ese problema de una vez por todas, y su voto fue tan decisivo que la respuesta no tardó en llegar:
“Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho. Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste. Y levantándose de mañana, adoraron delante del Señor, y volvieron y fueron a su casa en Ramá. Y Elcana se llegó a Ana su mujer, y el Señor se acordó de ella.” (1 Samuel 1:17-20)
Cambie su situación
Si usted también ha vivido una vida de vergüenza, sepa que es en el Altar donde su situación va a cambiar, así como sucedió con Ana. Esa mujer que por años, había sido avergonzada por no tener un hijo, tuvo seis, y de esta manera glorificó verdaderamente a Dios.
Por lo tanto, si usted no aguanta más esperar por su sueño, si está cansado de vivir humillado, es en el Altar donde usted vencerá a sus rivales y dejará de ser estéril.
Este domingo 10 de mayo, en todas las Iglesias Universal, al igual que Ana, usted podrá presentar su voto, representado por aquello que tiene más valor para usted. Esa actitud cambiará completamente su vida.
¿Ya ha preparado su voto para entregarlo este domingo? Deje su comentario en las redes sociales.
Encuentre la Universal más cercana a su domicilio y participe a las 7h, 9:30h, 15h y 18h.
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