Hasta ser evangelizada por uno de los voluntarios de la Universal en la puerta de un presidio, cuando visitaba a su marido, Marivalda Pereira dos Santos, (foto al lado) de 40 años, no sabía lo que era tener paz.
En la infancia, sufrió la separación de sus padres. A los 12 años, comenzó a cambiar. “En esa época, comencé a involucrarme con el cigarrillo y las bebidas alcohólicas. A los 15 años, ya estaba en una banda que robaba bancos, frecuentaba fiestas y vivía sin límites. Un día, al buscar drogas en un barrio cerca de donde vivía, me encontré con Francisco José y luego nos involucramos”, cuenta.
La relación era problemática, con muchas agresiones verbales y físicas. “No teníamos respeto uno por el otro. Él ya estaba involucrado con el robo y la delincuencia, lo que contribuyó para que yo me sumerja en las drogas. Poco después, fue detenido. Con la prisión, la situación empeoró”, cuenta.
Cuando la invitaron a participar en una reunión de la Universal, Marivalda no le dio mucha importancia en el momento, porque con todo lo que había pasado, no creía en un cambio de vida. Pero algo diferente sucedió cuando escuchó las palabras de un voluntario de la Universal en la puerta de la cárcel.
“Decidí ir a una Universal, la última puerta que iba a golpear. Al llegar, noté que allí había algo diferente. Mientras muchos me juzgaban y me condenaban sin conocerme, en la Universal, las obreras, los obreros y los pastores me recibieron con los brazos abiertos, sin discriminarme por mi situación”, revela.
Marivalda fue a buscar un cambio en ella primero, después en su marido. “Siempre que lo iba a visitar, lo invitaba a las reuniones que la Universal hacía allí, dentro de la prisión. En ese momento él estaba en Carandirú (presidio que estaba en San Pablo y que ya no existe). Él decía que no era del tipo de delincuente que se escondia detrás de una Biblia. Yo evitaba insistir en la invitación, pero hacía mi parte. Dentro del presidio participaba sola. De a poco, las cosas fueron cambiando”, garantiza.
Después de ocho años preso, Francisco logró salir del régimen cerrado al semiabierto (volvía a la prisión a la noche, para dormir, pero estaba libre durante el día).
“Al inicio, él frecuentaba la Universal por mi insistencia. Después, él se fue transformando en un nuevo hombre. Hoy es un padre maravilloso, el esposo que soñé, cariñoso, dedicado y, principalmente, un siervo de Dios”, señala. Actualmente, ellos son obreros y dedican sus vidas a ayudar a otras familias que pasan por la misma situación que ellos vivieron.
La Universal tiene diversos proyectos sociales y, por medio de sus voluntarios, actúa en varios sectores de la sociedad, con el objetivo de brindar ayuda emocional, psicológica, material y, sobre todo, espiritual a los que necesitan, en asilos, orfanatos, hospitales, cárceles y comunidades, entre otros lugares.
Ingrese en los links y conozca alguno de estos proyectos:
Proyecto Rahab (Ayuda a mujeres víctimas de la violencia)
Proyecto T-Amar (Apoyo a las adolescentes embarazadas y madres solteras)
Proyecto Leer y escribir (Alfabetización de jóvenes y adultos)
Proyecto T-Ayudo (Acciones sociales en comunidades)
Grupo Caleb (Incentivo y ayuda a los adultos mayores)
Fuerza Joven (Actividades con los jóvenes)
¿Se identificó con alguno de estos proyectos? Entonces no pierda más tiempo, busque una Universal y obtenga información de cómo convertirse en un voluntario. No se olvide: “…Más bienaventurado es dar que recibir.” Hechos 20:35
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