Silvina y Claudio cuentan su experiencia en la Hoguera Santa: “Nuestra vida era un desastre en todos los sentidos. Estábamos muy enfermos. Yo era una persona con problemas cardíacos, había sufrido tres infartos, tenía una enfermedad progresiva que me afectaba las válvulas y se había hablado incluso de trasplantarlas a corazón abierto. No podía hacer ni las cosas básicas del hogar. Tampoco podía tener hijos, y eso me ponía muy mal.
Él tenía una enfermedad digestiva que con el paso del tiempo derivó en una pancreatitis. Nos hacíamos estudios, probábamos medicación pero no mejoraba. Finalmente descubrieron que era un cáncer de páncreas, más de la mitad del órgano estaba muerto. Su cuerpo estaba muy debilitado. El oncólogo nos dijo que en el estado en el que se encontraba no iba a resistir ni una quimioterapia. No le daban más de seis meses de vida.
Para colmo, no teníamos un trabajo fijo, el poco dinero que ingresaba se gastaba en medicación, vivíamos de prestado, no podíamos ni alquilar una habitación. Pasábamos miseria y hambre. Todo eso generó la destrucción de nuestro matrimonio, porque nos culpábamos mutuamente por lo que nos estaba pasando.
Hoy, gracias a Dios todo eso cambió. En primer lugar, estamos sanos. Su páncreas está completamente restaurado, el cáncer desapareció. En mi caso, mi corazón está perfecto, puedo hacer de todo, y hasta tuve un hijo. Él consiguió un trabajo estable, fuimos progresando, hoy tenemos nuestra propia casa y también nuestro negocio. Este cambio se produjo a través del sacrificio en la Hoguera Santa. En la última campaña del Templo de Salomón, creímos, sacrificamos, enviamos el pedido y Dios nos respondió. Si bien él tenía su trabajo, yo quería trabajar también, quería algo para mí. Gracias a Dios pudimos abrir nuestro negocio”.
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