Viviana Barbacone y Aldo Domínguez descubrieron una nueva vida cuando llegaron a la Universal. Ambos pasaron por momentos muy difíciles antes de conocerse, pero lograron superar el dolor y construyeron una familia aliados con Dios:
“Mi infancia fue dura, trabajé desde muy chico, trabajaba y estudiaba porque en casa no había plata para nada. En un momento tuve que dejar de estudiar para que pudiéramos tener qué comer”, cuenta Aldo. Los problemas de Viviana también comenzaron en su niñez: “Me crié entre golpes, maltratos y faltas de respeto hacia mi madre, crecí con ese dolor”.
Ellos crecieron junto con sus problemas, Aldo empezó a gastar lo poco que ganaba en sus salidas nocturnas. “Trabajaba y me gastaba todo en boliches, en salidas. Cobraba el viernes y el lunes ya no tenía nada. No tenía para pagar las cuentas y vivía en una casilla precaria. Tomaba y salía con muchas mujeres, andaba por los prostíbulos, pero cuando terminaba la noche me sentía triste, tenía mucha bronca”.
Viviana había intentado fomar una familia, pero todas sus esperanzas se evaporaron lentamente: “Cuando me casé, estaba ilusionada, pero a los dos años comenzaron los problemas en mi matrimonio y nos separamos. En el segundo matrimonio me pasó lo mismo, él me fue infiel y yo me desilusioné mucho. Con el tiempo conocí a un parapsicólogo, pero también nos separamos.
Conocí a otra persona, pero tampoco fui feliz. Vivimos situaciones adversas, estuvimos en la miseria, había agresiones en la pareja y finalmente nos separamos y yo me fui con los chicos. Me había comprado un taxi, pero él me dejó en la calle sin nada porque la casa y el auto estaban a su nombre”.
Aldo estuvo en pareja cinco años, pero, a pesar de todo el esfuerzo, la relación no resultó. Como volvió a estar soltero, volvió a salir de noche. Fue en esa época cuando tocó fondo y conoció la Universal. “Iba en el colectivo y me llamó la atención la iglesia, entonces bajé y entré. Participé de la reunión y me llegó lo que el pastor estaba hablando. Ahí mi vida comenzó a cambiar. Me costó, pero logré afirmarme en la fe. En ese tiempo no quería saber nada con tener una familia, no quería compromisos con nadie, pero la conocí a Viviana y cambié de pensamiento”.
En ese momento Aldo y Viviana se conocieron, se enamoraron y lograron la vida bendecida que siempre soñaron, como ella relata: “Él era bueno y tranquilo, nos enamoramos y él me invitó a la Universal. Cuando participé de la reunión me sentí bien, sentí que Dios me abrazó. Perseveramos en la fe y nos casamos, hace diez años que estamos juntos, tenemos nuestra casa y somos muy felices”.
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