Francisco entró al mundo de los vicios cuando era muy joven. «A los 13 años tenía amistades que me facilitaban la droga, el alcohol y la marihuana. Empecé a ir a fiestas de barrio. Luego, cuando era más grande, iba a boliches y me involucraba con mujeres», asegura.
Él relata que, «a medida que crecía, el consumo aumentaba», y agrega: «Una mañana, estaba tan borracho que tuve un accidente en moto, pero ni siquiera así le puse fin a esa manera de vivir».
Hasta que llegó un día en el que se dio cuenta de que necesitaba ayuda. «Durante la cuarentena no pude salir a consumir, ni a bailar, ni a estar con mujeres. Cuando frené con mi rutina, noté que tenía un vacío que antes no veía porque vivía distraído», señala.
UN NUEVO COMIENZO
Fue así como Francisco llegó al Tratamiento para la Cura de los Vicios. Él recuerda: «Cuando se empezaron a hacer las reuniones presenciales, comencé a participar. Entendí que debía cambiar mi vida, ya que tenía mucho rencor y odio. Así logré dejar los vicios del alcohol y de la marihuana. Prioricé al Espíritu Santo y pude perdonar».
Además, señala que hubo un cambio en su área sentimental: «Dios transformó a mi novia, que hoy es mi esposa, es compañera, me ayuda, es amable y amorosa».
También experimentó cambios en su salud. «Después de haber tenido el accidente a los 18, estuve muchos años con dolores en la espalda y en la rodilla. Sin embargo, hoy no siento nada, gracias a Dios», resalta.
En cuanto a su vida económica, asegura: «Tengo un trabajo estable, desarrollo mi profesión, soy técnico en automotores y me desempeño como asesor de servicios de repuestos de una marca de camiones».
«Además, ahora puedo compartir momentos con mi familia. Antes, debido al odio que sentía, solo buscaba pelear y herir con palabras. Hoy es diferente, gracias a Dios», finaliza.
Para ponerles fin a los vicios, iniciá el tratamiento gratuito, el domingo a las 15 h en Av. Corrientes 4070 – Almagro.
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