“He leído su nota en ‘Folha Universal’ y soy sincero en decir que algunas veces no estoy de acuerdo con sus pensamientos, como en esta última edición sobre el Botox. Usted es categórica en afirmar que está en contra de las alternativas de la medicina que les proporcionan a las mujeres una mejora en la apariencia. Leí hace dos semanas el caso de una esposa que quería hacerse una lipoaspiración y colocarse silicona en los senos y usted estuvo en contra. Ella quería ese cambio para proporcionarse una mejora en la autoestima y, justamente, agradar a su esposo. En la nota del Botox usted se coloca en contra hasta incluso de teñirse el pelo que está aclarándose debido a la edad. Yo le pregunto: ¿usted usa su maquillaje? ¿Nunca se tiñó el cabello? ¿No sería capaz de utilizar silicona para sus beneficios, para mejorar la postura? Ustedes en la Iglesia afirman que Dios da inteligencia a los médicos para nuestro beneficio, ¿y ahora recriminan?” – Vladimir, Río de Janeiro/RJ
Respuesta
Gracias por su comentario. Yo escribo lo que tengo dentro mío, no significa que todos deban pensar como yo. El uso del Botox no es pecado, ni siquiera lo es la cirugía, pero, en mi opinión, eso no puede proporcionar la tan deseada autoestima duradera. Quizás al principio, la mujer pueda sentirse mejor consigo misma, ¡pero el problema es que esa “emoción” no dura!
Si necesitamos mejorar la apariencia para sentirnos felices, ay de aquellas que no tienen condiciones económicas para eso. ¿Y en el pasado? ¿Cómo es que la mujer sobrevivía a la falta de esos artificios? ¿Será que ellas eran estaban tan deprimidas como muchas de hoy? Dicho sea de paso, muchas de estas de hoy ya hicieron todo lo que tenían el derecho de hacerse en el rostro, en la cadera, en la nariz, en los ojos…
Pues bien, a mí me parece que la mujer no necesita silicona para sentirse bien consigo misma. Yo creo que cuanto más se coloca, más se quiere colocar. Quien más se saca, más se quiere sacar. ¿Hasta qué punto vamos a llegar?
No estoy en contra del Botox, de las cirugías, de la silicona, ni siquiera de teñirse el cabello. Lo que yo quise decir en mi artículo es que la autoestima no se levanta por lo exterior, y sí por lo interior.
En la fe,
Cristiane Cardoso