Todavía hay hombres que le abren la puerta del coche a la mujer. Que antes de entrar a un ascensor esperan que las personas bajen. Acercan la silla para que una mujer se siente. Contienen a su compañera cuando están llegando “aquellos días”. Hacen algo por la esposa o novia solo para verla feliz y no porque quieren algo a cambio. Y la llevan a una cena especial por el mismo motivo. Recuerdan fechas (ah, es algo importante). No piensan que el fútbol es algo sagrado. No les gusta más el coche que ellas. Le ofrecen su abrigo cuando refresca. Caminan por la derecha en la acera cuando están con ella – que significa protección, por si el lector no sabía. No permiten que ella cargue peso o se esfuerce mucho. Le ceden el lugar en el ómnibus o por lo menos toman las pertenencias de alguien para sostenerlas. Detienen el auto para darles paso a los que esperan para cruzar por la senda peatonal.
En fin, podría enumerar aquí miles de otras actitudes que hacen la diferencia. Y nunca un hombre que tuvo estas actitudes, fue menos hombre por eso, para el que piensa que actuar así es ser afeminado.
No es porque las mujeres necesiten que hagamos esas cosas. Algunas ya no lo esperan de un hombre hoy en día. Tampoco cuentan con que un hombre las deje pasar en el tránsito, en el ascensor o en cualquier otro lugar, ya no esperan que sean caballeros. No piden ayuda para cargar las bolsas de compras del supermercado o del shopping, las llevan ellas. Pero muchas, afortunadamente, saben apreciar un acto de caballerosidad. Aun siendo fuertes, se sienten cuidadas. Eso les da una sensación de seguridad proporcionada por su compañero, algo que con el tiempo se fue perdiendo.
Ah, si la caballerosidad es buena, también disfrutamos cuando una mujer es una dama. No en el sentido pasivo o protocolar de la palabra. También disfrutamos cuando estamos con muchas bolsas de compras y una muchacha nos abre la puerta, por ejemplo. Es cuestión de educación, independientemente del sexo.
Esto nos hace pensar sobre otro tema. Cuando hablamos de caballerosidad, de inmediato viene a la mente, de forma automática, la idea de un hombre siendo educado con una mujer. ¿Quién dijo que no podemos ser caballeros con otros hombres también? Es, sobre todo, una manera de mostrar respeto a la persona con la que lidiamos. Y eso se aplica a todos: mujer, hombre, niño, anciano, su superior en el trabajo, sus subordinados, compañeros, amigos, familiares… ¡y hasta extraños!
Resumiendo: un caballero es un hombre educado, lo que lo distingue de los demás- infelizmente, la realidad es que la educación es algo raro actualmente. Cuando sale de su casa ya se encuentra con groserías en la calle, en el tránsito, en el subte, en la empresa, en la escuela… ¿Usted quiere ser uno de los trogloditas? Mire allá, ya existen muchos. ¿Ya está, no? Si usted es educado, las demás personas notarán que es superior al resto.
Algo muy importante: nadie tiene que ser meloso para ser un caballero.
MÁS CABALLEROS, POR FAVOR
Hay pequeñas actitudes diarias que son marcas registradas de un caballero, más allá de las que ya citamos. Y no son difíciles de adoptar. Con el tiempo, serán tan naturales que las hará por reflejo- pero se notarán, puede estar seguro. Esta el Desafío #13, en www.intellimen.com.
LIDERANDO HOMBRES
Liderar un equipo de fútbol americano no es fácil. Súmele a eso las tensiones racistas en la década de 1970, y que el nuevo entrenador de un equipo del interior de Estados Unidos era negro y tenía que conquistar el respeto de los jugadores, de la comunidad y llevarlos a la victoria. Basado en una historia real, la película Duelo de Titanes, de 2000, fue protagonizada por Denzel Washington.
Hoy en día el respeto es fundamental para que haya una buena relación interpersonal. Si usted es hombre y desea cambiar sus actitudes, el momento es ahora. Participe del proyecto Intellimen y aprenda cómo ser un mejor hombre. Para más información sobre el grupo ingrese en: www.intellimen.com. [related_posts limit=”17″]