G abriela Paco: “Yo tuve la oportunidad de ir dos veces al Templo de Salomón, en ninguna de las dos ocasiones tenía condiciones de ir. La primera vez, estaba estudiando y mis papás se estaban separando. Mi mamá trabajaba, pero no teníamos muchas condiciones. Empecé a vender cosas para poder pagar el viaje.
Al ir pude entender que Dios es perfecto y que podía hacer Su obra en mi vida. Unos días antes de viajar, mi mamá me contó que tenían que operar a mi tía.
Hice el pedido y lo llevé al Templo y cuando volví traje el aceite que me habían dado allí. Cuatro días antes de que la operaran, me contó que había ido a la doctora y le había dicho que la operación sería de alto riesgo. Tenía un tumor cancerígeno en el páncreas.
Este tumor, estaba alojado en una arteria, había muchas posibilidades de que muriera. Le di el aceite y le dije que todo iba a estar bien, estaba todo en las manos de Dios. Después de la operación, le hicieron una biopsia al tumor y le dijeron que no era cáncer, Dios hizo un milagro”.
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