He hablado mucho sobre los males de la pornografía y cómo su efecto en la vida sexual del usuario es exactamente lo contrario a lo deseado. La mayoría de los hombres y mujeres que recurren a la pornografía lo hacen en búsqueda de excitación sexual. “Condimentar la relación” es una de las frases de moda más usadas. Claro que no es solo gente casada la que ve pornografía. Lamentablemente, una de las tragedias de nuestra generación es el acceso cada vez mayor de personas cada vez más jóvenes – incluso niños – a esa plaga.
Sin embargo, quiero enfocarme un poco en las parejas que han sido engañadas por la falsa propuesta de que la pornografía mejoraría su vida sexual. Sea usted un hombre que ya no logra desempeñarse sexualmente con su esposa sin antes ver pornografía; sea usted una mujer que está intentando competir con las actrices porno con quienes su marido fantasea o que está totalmente asqueada de él desde que descubrió que él es un adicto a eso – quiero proponerle una alternativa. Después de todo, no basta decir que la pornografía es un problema sin ofrecer la solución.
Apetitos
Lo primero que usted necesita entender es que el sexo es un apetito humano. Un apetito es algo que usted busca naturalmente, desea, tiene una inclinación o hambre hacia aquello. Normalmente la palabra es usada en relación a la comida, pues comer y beber están entre nuestros apetitos más básicos. Sin embargo, tener sexo también es uno de los apetitos humanos más fuertes – lo que explica la fácil proliferación de la pornografía. Esta crece porque su llamado es saciar el apetito humano por el sexo sin las complicaciones de una relación.
Siguiendo en esta línea de pensamiento, entendiendo que el sexo es un apetito, considere lo que podemos aprender sobre la pornografía a través de nuestro apetito por la comida.
Supongamos que usted marca para ir este sábado al mejor restaurante que sirve la mejor comida que más le gusta. Si usted es carnívoro, piense en esa carne a la brasa; si es fan de las pastas, piense en ese plato italiano que le hace dar agua en la boca… En fin, va a almorzar o a cenar allí. Llegando el sábado, ¿qué hace usted? Si es como yo, come poco las comidas anteriores, no se pone a comer y a pellizcar esto y aquello durante las horas que anteceden al restaurante – para que cuando llegue, haga valer esa cuenta. O sea, va a disfrutar más esa comida si llega con hambre, si no estuvo arruinando su apetito con junk food o comida chatarra antes.
Continuando nuestra analogía, ahora piense: el restaurante es su cuarto, la mesa es su cama, la comida es el placer sexual con su cónyuge – y la junk food es la pornografía. ¿Qué es lo que los va a ayudar a disfrutar al máximo esos momentos? Guardar el apetito sexual de ustedes para esa ocasión y no arruinarla con pornografía ni masturbación – la basura sexual.
¿Se acuerda que cuando era niño su madre le advertía: “No comas esto antes del almuerzo, porque no vas a tener hambre”? Ella tenía razón. Comer tonterías antes de la comida mata su apetito.
Si usted quiere realmente energizar, turbinar su vida sexual con su esposa o marido, deje de consumir tonterías por ahí. Reserve su intimidad para ustedes dos. Ignore la pornografía y la masturbación.
Marido, tenga ojos solamente para su esposa. Haga que se sienta deseada, la única mujer en su vida. Sea exclusivamente de ella. Descubra con ella lo que la excita – y claro que usted sabe que no es solo en la cama. Priorice el placer de ella antes que el suyo.
Mujer, no se niegue a su marido ni lo haga sentir que usted está cumpliendo una obligación. Comuníquele sus deseos, ayúdelo a agradarla. Si él ha usado pornografía, compártale este texto y propóngale que practiquen este consejo juntos. “Mi amor, te prometo que voy a hacerte ver estrellas, pero vas a tener que prometerme que no vas a ver más pornografía. No lo necesitamos.”
Eliminando la basura y esmerándose en la manera saludable y correcta de satisfacer los apetitos sexuales uno del otro, descubrirán el verdadero condimento de la intimidad – y también el ajo, la cebolla, la salsa, la albahaca…
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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