Que levante la mano quien nunca tuvo conflictos con compañeros de trabajo. Si eso sucede en las relaciones cotidianas, debe esperarse que suceda lo mismo en el trabajo, ¿no es cierto? Por lo tanto, si usted todavía no tuvo ningún encontronazo, prepárese, porque seguramente lo tendrá. Es algo normal en los lugares en los que se lidia con otras personas.
Además, los especialistas afirman que si usted no tiene adversarios es porque está trabajando de la manera equivocada. El trabajo bien hecho puede incomodar a algunos y provocar enfrentamientos.
En ese contexto, el debate puede ser saludable y contribuye para el crecimiento profesional y de la empresa, pero es fundamental vigilar para que no se supere ese límite, porque pueden surgir compañeros dispuestos a todo para tomar su lugar, usando cualquier herramienta que tengan a mano.
¿Qué hacer?
Como esas personas se creen incapaces y tienen necesidad de crecer en la empresa, intentan establecerse basándose en la mentira y en el chusmerío, para llamar la atención y movilizar a varios grupos. Esa estrategia no se mantiene con el tiempo y puede perjudicar la reputación del profesional.
La mejor actitud es hacer su trabajo de la mejor forma posible y buscar siempre el nivel de la excelencia. Sea solidario, ayude a los demás en sus funciones, porque eso preservará su imagen y ampliará la percepción de los demás sobre usted. Huir del chusmerío es la mejor forma de evitar conflictos innecesarios.
Resultados de la reunión
“La dirección de Dios me mostró la salida”
Gertrudis: “Llegué muy mal a la reunión, en una situación de miseria. Mis hijos eran chicos, mi marido había sufrido un accidente por el cual no pudo trabajar por tres meses y él era el único que traía dinero a casa. Vivíamos hacinados y esa situación me había deprimido mucho. No me suicidé porque mis hijos eran chicos, pero en ese momento pensaba que era mi única salida.
Me invitaron al Congreso para el Progreso y al tiempo no estaba más deprimida. Mi marido me acompañó a la reunión, empezamos a luchar juntos y gracias a la dirección de Dios pudimos refaccionar nuestra casa, compramos otra, edificamos y alquilamos otras propiedades, pude abrir mi negocio. También se destrabó un juicio que teníamos trabado. Gracias a Dios nuestra vida es otra”.
Verónica: “En el trabajo me humillaban y me maltrataban psicológicamente, me iba a casa llorando. Entonces, empecé a pensar que yo era la culpable. Me fui encerrando en todas las áreas de mi vida, porque sentía que no servía o que hacía todo mal. Me iba mal en mi vida sentimental, me enfermé, después, a raíz de una deuda nos embargaron la casa.
Al participar de las reuniones de los lunes, fui recibiendo fuerzas, recibí la dirección de Dios y las puertas comenzaron a abrirse. Mi visión cambió, pude ver que yo era capaz y las cosas me empezaron a salir bien. Hoy tengo un trabajo en el que me valoran, tengo paz, libertad, trabajo pocas horas y compré mi 0 Km. Me casé, cancelé las deudas y ahora tenemos un negocio con mi marido”.
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