“El insomnio después del baile”
Laura es una joven que terminó su noviazgo con un hombre admirable. Ni ella sabe el motivo de esa decisión, tampoco comprende que el distanciamiento fue sucediendo de a poco, y de forma tan delicada, que cuando se dio cuenta, ya se encontraba demasiado lejos de él. Laura pasó a querer llenar esa falta, pero su tristeza, en el fondo, es saber que su amor no está en los lugares en los que lo busca. El dilema de Laura es intentar reencontrar a su amado, que un día fue despreciado, y que ella teme que la rechace.
Hoy me desperté más temprano que los demás días. No sé bien lo que está sucediendo, pero no es de ahora que no puedo dormir bien. Además, ese ha sido uno de mis dilemas. Me despierto en medio de la noche y no logro dormir más. Está todo oscuro, y mi recelo parece hacerse siempre realidad.
Hace unos días, hasta salí con algunos amigos. Fui con mi prima a un baile de fin de semana. El lugar parecía interesante. Había muchos chicos y chicas bien vestidos, pero mi espíritu no estaba como para disfrutar. Hasta quería conocer otras personas, interactuar, pero mi prima llamaba la atención de todos. También, con ese vestido negro -que en realidad era un top de otra prima., se hacía notar en la mirada de los demás. Me alejé. Me di cuenta que no la miraban a ella, sino a su cuerpo – su lindo cuerpo escultural de mulata legítimamente brasileña.
Bia, sin embargo, estaba tan entusiasmada que ni se daba cuenta de las miradas más indiscretas. ¿O sí se daba cuenta y no le prestaba atención? Bien, no sé, pero ciertamente conseguimos conocer varias personas. Y durante toda la noche lo que pasaba eran algunos vasos de alcohol y mucho baile. Bia parecía a gusto, pero algo decía que no tanto.
Parece que es así, siempre que creo estar bien, rodeada de personas aparentemente buenas, es como si todo aquello fuera una verdadera farsa. Todo una mentira tan incisiva y milimétrica que es imposible ver a simple vista. Porque es una mentira que viene de adentro, y por eso, es imperceptible.
Cuando amaneció, volvimos a casa. Dormí y me desperté pasado el mediodía. Qué cosa, nunca había dormido tanto, creo, pero fue una parte del día en la que no necesité lidiar con mis problemas. No necesité justificarme, ni lamentarme. Apenas dormí. Y dormí tanto para descubrir que en los sueños las mentiras se convierten en verdad.
Pero hoy fue diferente. Ni el sueño me quiere. ¿Será eso una especie de depresión? No lo creo, debe ser apenas un vacío mezquino que luego pasará.
Espere la continuación…