La venganza
Laura es una joven que terminó su noviazgo con un hombre admirable. Ni ella sabe el motivo de esa decisión, tampoco comprende que el distanciamiento fue sucediendo de a poco, y de forma tan delicada, que cuando se dio cuenta, ya se encontraba demasiado lejos de él. Laura pasó a querer llenar esa falta, pero su tristeza, en el fondo, es saber que su amor no está en los lugares en los que lo busca. El dilema de Laura es intentar reencontrar a su amado, que un día fue despreciado, y que ella teme que la rechace.
Sufrí mucho con ese descubrimiento inesperado, mi novio me estaba traicionando con su ex. No sé bien si me entristeció la confirmación de la traición o el haber insistido con esa relación. En realidad creía que mi mamá estaba equivocada y que quería complicar mi relación, por eso persistía tanto en ese noviazgo.
Sólo de pensar que, mientras sufría por mi novio, de repente él y la otra se reían a mis espaldas, eso me indignaba, y lo único que se me cruzaba por la cabeza era vengarme. No es correcto hacerlo, pero por la falta del consejo de un amigo de verdad, terminé eligiendo ese camino, nada lindo para una joven.
Decidí hacer lo mismo que él hizo conmigo. En otras palabras, me vengué. Pero eso no me enorgullece, tampoco me siento victoriosa por verlo dolorido por mi culpa. No tenía derecho a tirar mi dignidad a un nivel tan bajo.
En uno de esos reveillons, esperé a que Beto regresara de un viaje. Él se había ido a la playa -según él, solo- Sinceramente no se lo creí. Yo podría haber terminado con el noviazgo, sencillamente, pero en el fondo no quería, aún lo quería mucho. Y son en esas horas que sufrimos más, porque en lugar de usar la razón, ponemos nuestro sentimiento en primer lugar. Si tan sólo lo hubiera pensado, me hubiera dado cuenta que él no era para mí, que apenas me estaba usando y tomándome por tonta. Pero, no, quería seguir con esa relación, creyendo que siendo amable y educada podría sorprenderlo y transformarlo en un nuevo chico, el tipo de persona que siempre desee.
Algunas veces, hacemos eso: pensamos que nuestra actitud va a cambiar a alguien, que esa persona se va a enamorar de nosotros y se transformará en ese chico maravilloso de las películas.
¡Es un engaño! Pero aun así no me daba cuenta de eso. Estaba engañada, enamorada, usando mis sentimientos, los cuales me hacían sentir pasión y odio por él. Fue allí, que aún de novia con él, estuve con un chico de la facultad. Dicen que un abismo llama a otro. Yo creo en eso, porque ese chico apareció en el momento preciso, cuando me encontraba frágil y sensible. Él también tenía novia, pero se me acercó. Con palabras cariñosas me fue envolviendo, insistió y me conquistó.
Espere la continuación…