La exuberancia de las playas de agua azul turquesa y la arena blanca trae turistas de todo el mundo a Cabo Verde, en África Occidental. Las montañas, la música popular y las islas volcánicas que fueron un archipiélago, en la región central del Océano Atlántico, son la gran apuesta para inversiones en el país que tiene medio millón de habitantes.
Sin embargo, resorts lujosos contrastan con la miseria que aún asola Cabo Verde. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), 27% de la población es considerado pobre, y 15% vive bajo el límite de la pobreza – pero el número puede ser más alto.
Por causa de eso, desde 1995, la Universal tiene papel fundamental en el país africano. Con proyectos de asistencia médica y social en comunidades y voluntarios esparcidos en más de 20 iglesias y 30 núcleos, distribuidos en ocho islas.
Corazón de oro
Visitar a familias que no logran salir de la condición de miseria que fueron afectadas por los desastres naturales es el desafío de quien tiene un “corazón de oro”. El grupo con el mismo nombre fue inspirado en la acción de quien ama ayudar.
Fue en una de esas visitas semanales que el pastor José Silva, responsable por el trabajo evangelístico en Cabo Verde, conoció a la señora Josefa Vieira. Madre de seis hijos, ella sustenta sola a su familia, vendiendo materiales reciclables. La desesperación de la señora Josefa era grande, se veía imposibilitada de ayudar a los hijos quienes muchas veces, iban a la escuela sin alimentarse. Pero de a poco, la vida de la caboverdiana ha cambiado. “El proyecto “corazón de oro” se apresuró para amenizar su dolor, ofreciéndole canastas básicas, además del apoyo moral y espiritual. Fue emocionante ver la reacción de ella”, cuenta el pastor.
Son historias como esa las que impulsan la evangelización en el país africano. Recientemente hubo una campaña de solidaridad y las víctimas de un volcán en erupción quedaron desabrigadas. “Las personas entraron en desesperación, pero estamos aquí apoyándolas. Logramos recaudar nueve toneladas de alimentos no perecederos”, afirma el pastor José.
“Aprendí a usar drogas mezcladas con huesos humanos”
Los jóvenes de la Universal también desarrollan un importante trabajo en Cabo verde, ayudando a transformar muchas vidas. Fue así con Pedro Delgado (foto de abajo), un caboverdiano que conoció las drogas a los 15 años. “Aprendí a usar drogas con mezcla de huesos humanos. Con el tiempo, mi cuerpo solamente pedía ese tipo de droga. Yo iba al cementerio a juntar huesos”, recuerda que él además de vender objetos dentro de su propia casa, también asaltaba otros hogares. “Yo pasé a ser una amenaza para la sociedad, buscado por la policía.”
El visión cegó al joven de tal manera al punto de hacerlo consumir drogas frente a su hija, de apenas 3 años. “Yo soplaba el humo en la boca de ella. Ella se dormía en el momento. Entonces yo salía con mi esposa a asaltar a las personas.”
Después de idas y vueltas de la prisión, Pedro decidió oír el consejo de su madre, que ya frecuentaba el Centro de Ayuda de la Universal. “Comencé a participar de la Fuerza Joven. Ya en el inicio perdí la voluntad de fumar. Mi esposa, viendo mi transformación, comenzó a seguir el mismo camino. Hoy puedo afirmar que fuimos transformados.”
La Universal también está en otros países. Ingrese aquí para conocer otros proyectos sociales alrededor del mundo.
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