La convivencia exige reglas. Su derecho termina donde empieza el del otro. Incluso en la casa, por más que el número de personas sea grande y todos tengan un vínculo – sea sanguíneo o afectivo-, es necesario seguir normas, para que todos tengan una buena calidad de vida. Imagínese, entonces, una ciudad con miles o hasta millones de personas, en su mayoría desconocidas, ¿cómo sería si no hubiera reglas?
Más que legales, las normas de conducta son cruciales. Cuando no se respetan, hay pérdidas para las otros.
Fue lo que sucedió en el estacionamiento de un supermercado en Biddeford, ciudad del Condado de York, en Maine, Estados Unidos. Un cliente no respetó los límites de su lugar para estacionar y ocupó dos. ¿El resultado? Otros clientes decidieron tomar una medida educativa y cercaron su auto con carritos de compra. La foto fue compartida en el Facebook con el comentario “Este hombre recibió una lección”.
Pero, ¿por qué será tan difícil respetar al otro?
Elija lo correcto
Si usted no logra obedecer las reglas simples del día a día, como limitarse a su lugar en el estacionamiento, ¿cómo cree que logrará obedecer los preceptos Divinos?
Las personas ignoran que hacer las cosas bien es más inteligente, porque siempre trae el mejor resultado. Y más: usted no necesita estar corrigiendo lo que hace.
Siempre tenemos como mínimo dos opciones, que resumen la manera correcta y la manera equivocada de hacer las cosas. Y siempre es bueno recordar que sus elecciones no solo afectan su vida sino también la vida de las personas a su alrededor, directa o indirectamente. Si usted decide solamente en base a su voluntad, lo que queda claro es su nivel de egoísmo. Muchas veces, para el bien común, usted necesitará renunciar a algo que quería mucho y que tal vez no sea malo.
El obispo Renato Cardoso resalta que hacer algo bien o algo mal son elecciones que hacemos. “Elegir bien exige que usted diga “no” a muchas cosas, muchas personas, y especialmente, a sí mismo. Usted tiene que negarse a muchos placeres y voluntades que al principio parecen buenas, pero en realidad son para su ruina”, explica.
Basado en eso, el obispo da un consejo a aquellos que han enfrentado siempre los mismos problemas: “Si no ha logrado solucionar sus problemas seguramente es porque usted está actuando de forma equivocada. Y si hay una manera equivocada, hay una manera correcta. Busque la correcta. Y no esté diciendo para sí mismo: “Pero es difícil, no lo logro.” Lo difícil usted ya lo está haciendo ahora. Equivocarse es mucho más difícil y caro que hacer las cosas bien. Deje de hacer lo difícil que no funciona y haga lo difícil que funciona.”
Haga una evaluación de su vida y sobre las elecciones que ha hecho diariamente, desde las más simples hasta aquellas que pueden cambiar el rumbo de las cosas. Vea si no ha hecho las cosas solo pensando en usted mismo.
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