La Palabra afirma que el diablo anda siempre alrededor, es decir, él está siempre atento a una brecha para que entre y se infiltre en nuestra vida. Pero, ¿es siempre su culpa cuando nos sucede algo malo?
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.” 1 Pedro 5:8-9
Andar alrededor es como si él regresara al camino que terminamos de recorrer, para ver si dejamos algo equivocado y, así, destacar ese hecho. Los abuelos dicen que volvamos sobre nuestros pasos cuando perdimos algo que estaba en nuestras manos y no recordamos dónde lo colocamos. Es así que el diablo actúa cuando menos se espera él roba algo sin que lo notemos.
Es por eso que el texto bíblico dice que seamos sobrios y vigilantes. Sobrios no solo en el sentido de no tomar alcohol o estar influenciado por algo ilícito, sino en ser equilibrados, sabiendo qué sucede, cuándo y cómo cuando realizamos una tarea. Hay que vigilar, porque es necesario prestar atención a los detalles, estar atento por dónde se anda, con quien se habla, cómo se actúa. El diablo vive en el detalle.
Él está siempre cerca para aprovechar cada mínimo error, cada palabra dicha fuera de contexto, cada actitud confusa, en fin, solo espera una brecha, una oportunidad para entrar, y entra disimuladamente.
El secreto es no darle espacio para que actúe. ¿Cómo? Buscando a Dios diariamente, haciendo Su obra, dando testimonio de quien es Él a través de su vida.
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” Santiago 4:7
Resistid al diablo es estar atento, equilibrado, así, cuando viniere la tentación, usted estará fuerte para negarla y no dejar que el enemigo entre en su vida. Si lo resiste, él huirá de usted y no tendrá forma de tocarlo.
“El Señor derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti.” Deuteronomio 28:7