La impotencia, la desesperanza y la angustia son males que no se curan con medicación. Las secuelas y consecuencias del peor día de tu vida tampoco podés manejarlas, pero el Dios de los casos imposibles puede ponerse de tu lado.
¿Quién, alguna vez, te dijo que lo imposible se puede transformar en posible? ¿En quién te refugiás cuando estás al borde del abismo?
“Entonces Ezequías tomó la carta de mano de los mensajeros y la leyó. Después subió a la casa del Señor y la extendió delante del Señor.” Isaías 37:14
Ezequías no solamente le creyó a Dios: él puso en práctica la fe. No solo decidió clamar y abrirle las puertas de su vida, sino que le entregó la peor situación y el mayor dolor de su presente.
El fin de las afrentas es la fecha que dejará sellada la Victoria —por el clamor de la fe, por la reacción correcta, por acudir a Quien sacrificó Su vida por tu vida— ante la situación que ha enfermado tus días.
