Generalmente, cuando la persona está enfrentando problemas, el consejo que recibe de los amigos es buscar una distracción. Fiestas, paseos, programas de televisión, películas, internet. No faltan opciones para quien quiere olvidarse de los problemas. El hecho es que, aun después de tanta distracción, las situaciones difíciles permanecen. ¿Qué hacer para solucionarlas de una vez por todas?
El obispo Edir Macedo, durante el mensaje transmitido el pasado lunes 14, por TV Universal, enseñó el secreto para vencer los infortunios de la vida: hacer uso de la fe. “Dios nos da la fe, que es una certeza. Con esa convicción, nosotros logramos frenar los problemas, porque empezamos a pensar como piensa Dios. Sabemos que el problema no va a permanecer, va a ser resuelto. Si no fuera mañana, será pasado mañana”, destacó.
Pero para mantener esa convicción en alta es necesario alimentar el espíritu con las enseñanzas dejadas en la Palabra de Dios, ya que de esa forma, la certeza será fortalecida, y cuando aparezcan las dificultades, serán minimizadas y resueltas.
“Durante el ‘Ayuno de Daniel’ estuvimos 21 días purificándonos de todo lo que el mundo ofrece. Fuimos estimulando la fe, pensando en las cosas de Dios. Fue así que ayer, 13 de octubre, en el Monte Hermón, el Espíritu Santo descendió como un viento impetuoso, trayendo paz y alegría. Los problemas continuaron, pero son insignificantes, están debajo de nuestros pies, porque nos agigantamos con la fe. El gran secreto para vivir por la fe es mantener los pensamientos conectados a los pensamientos de Dios. Es ocupar la mente con las cosas de lo alto, es continuar permanentemente eliminando las dudas, que son las fuerzas del mal”, orientó el obispo.
Antes de hacer una oración por los que seguían el programa través de internet y también por radio, mediante Red Aleluya, el obispo citó el ejemplo de quien, aun siendo saludable, teniendo una familia unida y una condición económica privilegiada, padece depresión y no entiende el motivo de tanta tristeza. “El remedio para esa tristeza es la alegría. Pero esa alegría no puede ser pasajera, vacía, tiene que tener contenido. La alegría que recibimos ayer fue la alegría que vino de lo Alto y llenó nuestro pecho”, concluyó.
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