¿Quién no ha visto a un niño jugar solo? ¿o quedarse horas conversando consigo mientras inventaba historias? Algunos nenes llegan a crear competencias de autitos. En el caso de las nenas, suelen jugar a servir el té y conversan con su muñeca.
Es común que la niña tenga amigos imaginarios. Sin embargo, es importante que los padres estén siempre atentos y sepan identificar el límite saludable del juego.
Para el psicólogo Alexandre Rivero, tener un amigo imaginario puede ser saludable. “El amigo imaginario surge, la mayoría de las veces, entre los 3 y los 7 años en niños que se sienten solos, hijos únicos o en los hijos mayores. El niño fantasea con tener un amigo con el que juega, se trata de “hacer de cuenta”. Pero el niño sabe es algo imaginario. En esa medida, es algo saludable, que le permite al niño expresar emociones y conflictos cotidianos”, explica.
Estudios realizados recientemente en las Universidades de Washington y de Oregon, Estados Unidos, afirman que cerca del 63% de los niños tuvieron o tienen un amigo imaginario. Pero la mitad de la imaginación de los pequeños está basada en juegos o personajes de películas y dibujos animados.
“El amigo imaginario permite que el niño entrene la relación social y desarrolle la creatividad en los juegos que construyó. Los padres deben señalarle al niño que se trata de un ‘como si fuera’, aclarar para que entiendan que esto es solo jugando, imaginando”, afirma el psicólogo.
¿Pero es posible que un amigo invisible cause tantos problemas en la vida de un niño?
La pedagoga y coordinadora nacional de la Educación Bíblica Infanto-Juvenil (EBI), Jucelia Freitas, dice que es algo natural que los niños jueguen con muñecas, osos, y que conversen con ellos, principalmente los que no tienen hermanos o no conviven constantemente con otros niños. “Como educadores, sabemos que ‘jugar’ es el lenguaje del niño. Ellos aprenden jugando. Conocí a una niña que amaba reunir a sus muñecas y jugar durante horas con ellas, eso retrata la imaginación y la creatividad y es totalmente saludable. Es una fase de la infancia, pero ese ‘hacer de cuenta’, con el tiempo, debe pasar. A lo largo de la vida pasamos por varias fases, eso forma parte del desarrollo humano. Si nota que el ‘hacer de cuenta’ se está prolongando, hay que estar atento, porque puede ser la señal de que algo no anda bien; principalmente si el niño está llorando mucho, si siente miedo de todo, si prefiere al amiguito imaginario en vez de a sus otros amigos”, destaca.
Jucelia relata la experiencia vivida en el aula: “Uno de mis alumnos, a los 9 años, al llegar al aula, siempre ponía una silla a su lado y la dejaba vacía. Cierto día me di cuenta que estaba triste, le pregunté por qué y respondió que su ´amiguito de hagamos de cuenta´ le había pedido que golpeara muy fuerte la cara de su mamá, ya que ella no quería que continuara conversando con él. Eso le causó tristeza y sufrimiento. La madre, en su relato, comentó también que el niño no comía bien, que estaba rebelde y que resumía su mundo a esa amistad. Él decía el nombre del supuesto amigo y lo describía con detalles.”
Existe una observación permanente para ayudar a los niños y sus “amigos imaginarios” en la Universal, y en la EBI hay un tratamiento dirigido a este tipo de situación, cuando traspasó los límites aceptables. “La EBI, por medio de las educadoras, hace un trabajo de liberación totalmente dirigido a esos niños, con oraciones y enseñanzas de la Palabra de Dios, utilizando un lenguaje simple y claro. De esa forma los lleva a entender que el único amigo invisible que debemos tener es el Señor Jesús, y que Él desea que tengamos amigos que podamos ver y con los que podamos jugar de verdad. Ese trabajo se realiza junto a los padres y responsables, quienes también reciben orientaciones sobre cómo lidiar y combatir esa influencia del mal. Es necesario que ellos también hagan cadenas de liberación y propósitos en favor de sus hijos”, finaliza Jucelia.