La conquista no siempre es señal del éxito, porque, ni siempre se mantiene lo que se conquista. Ejemplo de eso es el matrimonio, pues ni todos los que se casan se mantienen casados. Casarse es fácil; difícil es mantener el matrimonio.
Muchos han tenido fe para conquistar la Salvación de la misma forma que la han tenido para conquistar el matrimonio. Por eso, a los primeros síntomas de dificultades, la mayoría de los matrimonios prefieren abandonar la confianza que se tienen uno al otro. Así, se deja la fe con la misma facilidad que se consigue el divorcio.
¡Gracias a Dios!
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” (1 Tesalonicenses 5:18). ¿Cuántas veces hemos sido sorprendidos por malas noticias, por situaciones extremamente desagradables? Esa sensación de disconformidad, hace a esas noticias y situaciones pero cuando ellas ocurren después de una vigilia de oración o una reunión bendecida en la iglesia.
La reacción inmediata en cuanto a eso es pelear, lamentarse y lo que es peor, comentarlo y divulgarlo entre las personas incrédulas. He ahí una de las principales razones de los grandes fracasos en el medio cristiano.
Quien es de Dios vive en la Luz y todo lo que sucede es para su bien, si ganar es bueno, perder también lo es, pues la pérdida es señal de que habrá futuras victorias más significativas.
Dar gracias no significa resignarse con los sufrimientos ni aceptarlos como una prueba que viene de Dios, tampoco es para lamentarse. El lamento da mucha importancia al sufrimiento, cosa que consecuentemente
glorifica al mal. Esto nos recuerda a la historia de los dos vendedores de zapatos enviados a la India.
El primero, después de haber llegado a aquel país, se sintió abatido y llamó a su tierra natal pidiendo volver, ya que allá todos andaban descalzos. El segundo, muy alegre, llamó a su gerente pidiéndole que aumentara la producción porque vendería mucho. Al final, dijo que el pueblo estaba descalzo y la perspectiva de ventas era excelente.
Cuando se vive en la Luz, todo coopera para el bien. Las dificultades son de hecho, una gran oportunidad de aprender a depender de la fe. Por eso, jamás abandone la confianza en las promesas de Dios.