Alicia Escotorín cuenta cómo fue su experiencia con el cáncer y qué hizo para superarlo: “Cuando me dieron el diagnóstico médico, ¡pasaron tantas cosas por mi cabeza! Yo no iba a la Universal en ese momento, mi esposo sí concurría y siempre me comentaba sobre la sanidad de las personas. Yo tenía un poco de recelo y me resistía a acompañarlo.
Me dieron la noticia de una manera muy brusca. Mi familia me presionó para que fuera al médico y cuando fui a consultarlo, me dijo, sin haberme realizado estudios, que lo mío estaba mal y que me iban a operar de inmediato. Justo era una fecha importante y venían mis hijos a visitarme, yo me rehusé, aunque el médico ya había coordinado todo para la cirugía. Mil cosas pasaban por mi mente, yo pensaba que el médico se había equivocado. En mis 58 años nunca estuve enferma y de repente enterarme de que se trataba de un cáncer fue difícil. Hablé con mi marido y él me dijo que me quedara tranquila, que haciendo la cadena de sanidad sería curada.
Fui a consultar a otro especialista, me habló bien, me escuchó y me orientó porque los estudios mostraban que tenía una masa tumoral bastante grande. Luego fui a la iglesia, pedí con fe a Dios por mi sanidad y me sentí bien. Tuve fe de que yo iba a salir de esta situación, eso fue en enero del 2011. Era junio de 2012 y yo estaba cada vez peor, había momentos en que me preguntaba dónde estaba Dios pero el pastor me decía que confiara y que fuera al doctor. Yo me resistía, pero perseveraba en la fe, oraba, leía la Biblia, eso me dio fuerzas para seguir luchando.
Mis hijos querían que fuera trasladada al Instituto Fleming, cuando viajé, estaba segura de que sería sanada por mi fe. El último mes antes de viajar los obreros me iban a visitar a mi casa, eso me ayudaba mucho porque en ese momento las hemorragias y los dolores eran muy fuertes. No podía comer, caminar ni sentarme porque pesaba treinta kilos y todo se había aprisionado en mi interior por el tumor, así llegué a Buenos Aires.
El médico me tuvo paciencia, respetó mi fe y me dijo que si el primer día no salía de la quimioterapia, no había nada que hacer porque el tumor no se podía operar, sino estallaba. Si me hubieran operado en Formosa, habría quedado en la operación. Me hice un PET en el Hospital Italiano, se trataba de un cáncer de cervix localmente avanzado, pero yo seguí confiando.
La perseverancia dio frutos porque Dios me curó y principalmente me dio la Salvación. Cambió mi forma de ver las cosas, decidí estar en paz con Él, pedí perdón por mis errores y pecados y ese día ya tuve una mejoría. Cesaron las hemorragias, me podía sentar y caminar. Le dije al médico y me dijo que fuéramos despacio y la última vez me confirmó que era un milagro, no tenía nada.
Soy un caso increíble, el médico me confesó que ellos creían que en las condiciones en que llegué no había nada que hacer por mí. Mi actitud de fe me salvó porque muchas personas no logran sobrevivir al cáncer. Desde ese momento agradecí a Dios, voy adonde sea necesario para compartir mi experiencia porque mi fe me salvó y hoy puedo disfrutar de una vida normal. Cada año vengo a hacerme los estudios y no ha vuelto a aparecer nada. Gracias a Dios he podido desarrollar la visión de verme de la mano de Jesús, Él siempre me sostuvo en este proceso.
Mi caso fue un milagro, hasta fui a Jornadas sobre neurociencia en el Sur del país para hablar de la importancia de la fe en estos casos. Hoy puedo contar como fue que vencí al cáncer”.
[related_posts limit=”17″]