En toda la Biblia, Dios siempre muestra dos caminos: el camino de la bendición y el camino de la maldición. El camino de la obediencia, y el camino de la desobediencia.
¿Y quién determina qué camino seguir? Somos nosotros los que hacemos la elección. ¿De qué sirve que venga alguien y le diga: ‘¡No hagas eso, elige esto!’? No sirve de nada, porque usted cree que hizo la elección correcta. Por eso la mayoría de los cristianos es fracasada.
“No todo el que Me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los Cielos.”, (Mateo 7:21). Jesús no está hablando aquí de incrédulos, porque los incrédulos no Lo consideran como Señor. Él está hablando aquí de los que se dicen cristianos, o creyentes… Y vaya a decirle a una persona creyente que no entrará en el Reino de los Cielos.
Lo que identifica al cristiano no es simplemente su frecuencia en la iglesia, no es su fe en Jesús, sino que oye y practica la Palabra de Su Señor.
¿Cómo reconocemos a una persona que es sierva de Dios? Cuando obedece Su Palabra. Lo que demuestra que usted es sierva o siervo es su conducta, su manera de ser.
¿Cuál es el siervo del Señor que busca hacer su propia voluntad? Ninguno, porque Él es el Señor. Como humilde siervo usted obedece a Su voz independientemente de sus sentimientos, independientemente de los reclamos que hace su carne. Usted violenta su voluntad para hacer la voluntad de Dios.
Evalúe bien su cristianismo. Evalúe bien si usted realmente es de Dios o no, porque solo existen dos tipos de personas, los que sirven a Dios y los que sirven al diablo. No existe una tercera opción. O usted es o usted no es.
Los perseverantes, que realmente sirven a Jesús, entregaron sus vidas y sinceramente están siguiendo a Jesús, esos permanecen. Pero los demás, que comenzaron bien y no terminaron, los que dejaron la fe, están por ahí enfermos, sin gusto, sin sabor, sin el sabor que deberían tener, como la sal. Jesús dijo que cuando la sal no sirve, cuando es sosa, no sirve ni para Dios ni para el mundo. Queda tirada, confinada a la soledad, a ser miserable, y no hay quien pueda hacer algo, a no ser que se convierta, a no ser que se arrepienta. Esa es la situación de la mayoría de las personas que están en las iglesias, incluso en la Iglesia Universal del Reino de Dios.
Si usted no tiene el Espíritu de Dios, tiene el espíritu del mal, el espíritu del diablo, pero ese espíritu no manifiesta como los demás demonios, se queda escondido, en silencio, a él le gusta la religión. Los demonios adoran cuando la persona es religiosa, porque la religiosidad de las personas les da la sensación de que están en el camino correcto. La persona se justifica por lo que hace y no por lo que es. Sin embargo, lo que me identifica como siervo de Dios, no es lo que yo hago, sino lo que yo soy. Eso es lo importante.
Lo que identifica al siervo es su conducta. Y para que pueda ser siervo tiene que tener el Espíritu de Dios. Jesús jamás querrá que alguien Lo sirva, que haga Su voluntad, sin que tenga Su Espíritu.
¡No se engañe cuando usted viene a la iglesia y debido a una bella canción usted entra en éxtasis, en trance espiritual, y se siente maravillosamente bien! Porque esa es una fe emotiva que hace que las personas sean engañadas.
De todos los cristianos que existen en todo el mundo, no creo que haya un 10% que sea verdaderamente de Dios. Son muchos los que están siendo engañados y estafados.
Piense bien, piense en su vida, piense en su fe, piense de verdad para que usted descubra si realmente es siervo de Dios o no.
Secretos y misterios de la fe con el obispo Macedo, todos los domingos a las 18h, en Av. Corrientes 4070 – Almagro y en todas las Universal del país por videoconferencia.
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