Cuántas veces usted escuchó decir que un determinado hombre y su mujer nacieron el uno para el otro. Cuántas parejas se unen creyendo que forman un dúo perfecto y, con el tiempo, se deparan con los desafíos más diversos en el matrimonio.
Cuando hablamos de Escuela de la Fe, indirectamente estamos tratando del Amor, pues, ¿cómo separar la verdadera fe del verdadero amor? Mucho más que el tratamiento para resolver problemas sentimentales, la Terapia del Amor es una clase para constituir una familia, pues la familia es la célula madre de la sociedad.
¡Dudo, con todas las letras, que haya alguien en este mundo que se haya casado con experiencia en el matrimonio! Y si por casualidad piensa que los matrimonios anteriores servirán de experiencia, vea si no están atascados con problemas en casa nuevamente… Porque cada matrimonio es una experiencia diferente de la anterior. Cada mente es diferente de la otra, razón por la cual es extremadamente difícil combinarlas, salvo cuando la fe es la base del mismo.
Dos personas se aman y se casan, solo que cada una carga en sí traumas y problemas personales vivenciados en la casa de sus padres. ¿Quién garantiza que los problemas de los dos no van a sumarse y a aumentar las cargas pesadas sobre “una sola carne”? El objetivo de la Terapia del Amor es enseñar a vivir el amor basado en la fe. Para eso, es necesario enseñar sobre la enorme diferencia entre el amor verdadero y el amor falso; la verdadera fe y la falsa fe. Mostrar la diferencia entre el amor inteligente y el amor sentimiento; entre la fe inteligente y la fe sentimiento.
Mientras el amor inteligente es divino y eterno, el amor sentimiento es pasajero, vulgar y traicionero. El amor verdadero se desarrolla con el poder de la fe inteligente. El amor verdadero es como un árbol plantado junto al río de la vida. Genera familias, pueblos y naciones; sus ramas se van estableciendo de generación en generación; sus frutos generan otros frutos siguiendo la raíz principal. No es en vano que el Espíritu afirma: “El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia del Señor.”, (Proverbios 18:22).
En la Terapia del Amor no se aprende solo a amar y a ser amado, sino que también se aprende a enseñarle a los hijos a amar y a escoger a la persona correcta para casarse. Se aprende a vivir el matrimonio en el día a día. Se aprende a solucionar los problemas de celos y enfrentamientos familiares con parientes como suegra, suegro y cuñados.
Quien piensa que la Terapia del Amor es para “estancados” no ha usado la fe inteligente. Quien va a la Terapia del Amor para conseguir a alguien con quien casarse también va a perder su tiempo, es posible que lo haga, pero nunca jamás debe ser ese el objetivo.
La Terapia del Amor es la facultad donde se gradúan familias. Dios es familia. Él es Padre, es Hijo y Espíritu Santo.
El primer paso, el más importante, del ser humano es la experiencia personal con el Espíritu de Dios, cuando nace la nueva criatura. El segundo paso es la constitución de la familia a través de un matrimonio sólido, realizado en base a la fe y el amor verdaderos.
Tan importante y significativa es la Terapia del Amor que yo la llamaría Terapia de la familia. La considero el Génesis de la vida cristiana de cada fiel.
Primero el Señor hizo al hombre y de él a la mujer, esto quiere decir que antes de que haya matrimonio entre Adán y Eva, ellos fueron creados, Todos los cristianos tendrían que saber que antes de casarse deben tener certeza de haber nacido del Espíritu de Dios (creación de Dios) para recién entonces casarse. Si hicieran eso, evitarían desastres sentimentales.
Extraído de obispomacedo.com
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