¡Hola, Cris!
En la última reunión, usted habló sobre los “espacios vacíos”, y fue un tema esencial para el trabajo que Dios nos ha confiado. Yo, por ejemplo, tenía tantos espacios vacíos que ya parecía un queso suizo, jaja.
Perdí a mi padre a los 9 años. Mi madre, sin la dirección de Dios y con miedo a que la familia de mi padre hiciera algo con ella y se quedaran con nosotros a causa de la herencia, renunció a todo y nos llevó por todo Brasil, literalmente escondidas. Por este motivo, mi madre se fue de casa para sustentarnos a mí y a mi hermana que, en esa época, tenía 6 años. Crecí oyendo: “Trabaja, estudia, gana dinero y nunca dependas de los hombres y de la familia.”
Sin Dios y sin sabiduría, mi madre, viuda a los 27 años, con 2 hijas y sin familia, se enfocó en ganar más y más dinero para darnos lo mejor, solo que con eso se perdió nuestra infancia y adolescencia. Era yo quien cuidaba a mi hermana, muchas veces tuve miedo de que las personas nos denunciaran y de que el Juzgado de Menores nos llevara a un orfanato. A fin de cuentas, éramos dos niñas viviendo solas. Entonces, aprendí que, para alejar a las personas que pensaban en denunciarnos, tenía que ser “dura”.
Preguntas del tipo: “¿Dónde está tu mamá?”, enseguida eran respondidas (con cara de malvada): “¡Está trabajando!” “¿A qué hora llega?”, la respuesta (con cara de más malvada todavía): “No sé, ¿por qué? ¿Desea que le dé algún recado?”
Yo tenía que pagar las cuentas de casa, hacer las compras del mes, resolver las cosas en la escuela, cuidar a mi hermana…
Mi madre viajaba 2 ó 3 meses seguidos, y cuando volvía a casa pasaban solo 2 días, y enseguida tenía que viajar nuevamente. Fue algo que nos cambió tanto que, cuando ella volvía a casa, no me sentía totalmente a gusto. Parecía la visita de un pariente lejano, entonces no sabía mucho qué era la familia.
Cuando conocí al Señor Jesús, Él quitó todos los traumas, los complejos de inferioridad, y transformó mi interior. Pero había cosas que Él no tenía cómo enseñarme, no era Su papel personalmente, pero Él usó a personas para eso. Cosas como: ser cariñosa, cuidarme, saber hablar sin ser ruda, entre otras.
Entonces, encontré en la Iglesia (en el Grupo Joven y en los Obreros) a personas que fueron ayudándome en este sentido. Como una obrera que un día me dijo: “Mi querida, ya eres una señorita, eres una colaboradora, ¡no puedes usar pollera sin depilarte las piernas!” Jajajaja. ¡¡¡Yo me moría de miedo!!! Creía que me iba a cortar toda si me depilaba. Otra amiga me dijo: “Tus cejas son enormes, ¡vamos a arreglarlas!” Y ella misma me depiló, toda torcida, pero mejoró… Jaja
Mi hermana y yo parecíamos dos mujeres “lobo”, criadas en la selva, jaja.
Todo tendría que haber resultado mal, pero Dios tuvo compasión y envío a madres, amigas y hermanas que nos ayudaron mucho.
Incluso con todo lo atractivo que el mundo intentaba ofrecerme, no me interesaba, pues lamentablemente, antes de conocer a Jesús, llegué a probar esa hiel. Yo sabía que todo en el mundo era mentira, ¡engaño! Sabía que en la iglesia tenía madres, amigas, hermanas, una familia que me amaba. ¡Dios usó tantas cosas para llenar esos espacios vacíos, que tuvo que reconstruirme en todos los sentidos! Fue por eso que tuve tantos problemas al comienzo de mi matrimonio, pero Dios nos ayudó a superar todo y a encajarnos perfectamente.
Hoy sé que en todas las dificultades ya era Dios preparándonos para que fuéramos del Altar. Me mudé tantas veces que ni siquiera sé bien en cuántas casas viví. Estudié en tantas escuelas que mi historial escolar llega a ser gracioso. Para mí, cuando se dice que la iglesia es una madre, eso es tan fuerte que no tengo cómo explicarlo. Mi Padre me acogió, me amó y me transformó, ¡pero también me dio una madre perfecta que me cuidó y continúa cuidándome a través de personas maravillosas!
Hoy, mi hermana y yo estamos casadas con hombres de Dios, y tenemos el privilegio de servir a Dios en el Altar. ¡Mi madre fue transformada! Ella que tenía tantos traumas sobre el matrimonio y la familia, hoy está casada con un hombre de Dios y los dos son obreros en Miami. Todos los años, en el aniversario de casamiento, se preocupan por viajar para festejar y participan en la Caminata del Amor. Una vez me dijo: “Hija mía, si hubiera sabido que estar casada con un hombre de Dios era tan bueno, no hubiera sufrido tanto.”
Por eso, lo que usted dijo en la reunión es muy verdadero: “Lo que para muchas personas es algo tan normal, ¡para otras es una revelación!”
Cuando tuve el privilegio de entrar al Godllywood, Dios fue dándome los retoques que faltaban, y continúa dándomelos… Jaja
Hoy conozco la importancia y la diferencia que significa llenar tales espacios vacíos en las vidas de estas mujeres. Es algo esencial para que ellas se mantengan en la fe, porque eso forma parte de la vida en comunión unos con los otros, la cual Jesús nos enseña.
La historia es muy larga, pero solo quiero registrar que no tenía nada, realmente nada, y Dios me dio todo. Él me tomó del polvo, llenó cada pequeño espacio, cada lugar vacío de diversas formas. Por eso, cada día quiero hacer lo mismo por esas almas que Él me ha confiado.
Este trabajo que el Espíritu Santo trae a través de usted, y que ahora cuenta con cada una de nosotras, es importantísimo. Ellas están aprendiendo cosas que en ningún otro lugar aprenderían, así como fue conmigo.
¡Que Dios continúe usándola a usted y a toda su familia para hacer esa transformación que hizo en mi vida!
¡Gracias por todo!
¡Gracias por enseñarme tanto y por ser una de mis mamás en la fe!
Internauta