El creyó en esperanza contra esperanza, a fin de llegar a ser padre de muchas naciones, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Romanos 4:18
Observe que la palabra “esperanza” es usada dos veces al principio de este versículo. ¿Cómo puede una esperanza estar en contra de otra?
Esta situación ciertamente no tendría sentido, y es por eso que concluimos que el apóstol Pablo está usando aquí la palabra esperanza con dos definiciones contrastantes.
Existen básicamente dos clases de personas en el mundo, y ambas ciertamente alimentan uno de los dos tipos de esperanza.
¿Qué tipo de esperanza ha sido la suya?
1 – La primera clase es regida por la “esperanza” en el sentido griego de la palabra, en el que “esperanza” significa “inseguridad del futuro”. Se refiere a una esperanza en algo que es solo humanamente posible. Esta esperanza natural excluye el poder sobrenatural del trabajo de Dios en nosotros, negando que todas las cosas son posibles para los de la fe. Entonces, esta definición de esperanza es caracterizada por simplemente “alentar a que las cosas salgan bien”.
Este es el tipo de esperanza de la que Pablo afirma que Abraham estaba en contra. Es el espíritu de este mundo, el cual debemos rechazar mientras caminamos por la fe. Con esta “esperanza”, cuando las cosas “no suceden”, las personas se vuelven impotentes. ¡Las personas así nunca cambiarán su propia historia! En vez de dictar las reglas en sus vidas, son los problemas los que las dictan. En vez de reinar, se rinden a los ecos de los fracasos pasados, a los desafíos presentes, y sus percepciones futuras se vuelven las más miserables. Son personas esencialmente negativas.
Un sinónimo para este tipo de esperanza es “incredulidad”. La esperanza que está arraigada en lo natural, solo puede producir el miedo. Y el miedo es el espíritu de incredulidad que actúa en la mente para destruir nuestros sueños. El miedo es una fe, pero que está trabajando en lo negativo. Esperando siempre lo peor, es la definición más correcta de incredulidad.
2 – La segunda clase sigue la interpretación tradicional judía de que la esperanza es la “expectativa de que las cosas van a salir bien, pues Dios es Fiel”. La fe de Abraham fue caracterizada por esta esperanza. Él tuvo fe en las Promesas y en el Carácter de Dios. No había ningún motivo para que Abraham tuviera esperanza en sí mismo o en su condición humana, pero su esperanza estaba en lo que Dios había prometido, y en que Él ciertamente cumpliría lo que había prometido. Esta es la “esperanza” que agrada a Dios y que alimenta la fe. Y la fe es para su espíritu lo que la esperanza es para su mente.
Es necesario entender otra cosa: cuando uno tiene la esperanza de que Dios va a hacer lo imposible, está desafiando a los espíritus del infierno y a todo lo demás que no es de la fe. Estos espíritus van a intentar manifestarse en sus pensamientos, así como usar a personas que son extremadamente consideradas por usted. Las personas que son usadas por el espíritu de incredulidad o por un espíritu religioso van a oponerse a usted. (Vea el ejemplo de Jesús y cómo Él lidió con los “amigos” de Jairo al informarle que su hija había muerto y que nada podía ser hecho. – Marcos 5:35-36)
Pablo destaca la batalla que se dio en la mente de Abraham: “Contra la esperanza (versión griega)… con la ESPERANZA (versión judía)…”
En su jornada de fe, esta es la batalla que usted tendrá que enfrentar primero. ¡Es esencial que la verdadera esperanza venza, pues el tipo de esperanza que venza inspirará su fe y determinará el rumbo de su vida!
Recuerde: Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. Juan 8:39