El Espíritu Santo es el Espíritu del Perdón. Por lo tanto, es imposible recibirlo con el corazón lleno de odio, rencores y resentimientos.
Perdonad y seréis perdonados… (Lucas 6:37), ordena Jesús a Sus seguidores.
Desobedecer a esa orden es tan pecaminoso como el pecado imperdonable contra el Espíritu Santo.
Porque el Mismo Señor también dijo:
“… mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.” Mateo 6:15
¿Cómo puede el corazón recibir el Espíritu del Perdón si está dominado por el espíritu del resentimiento?
¿Cómo puede el corazón recibir el Espíritu del Amor si está dominado por el espíritu del odio?
¿Cómo puede el corazón recibir el Espíritu de la Misericordia si está dominado por el espíritu de la venganza?
¿Cómo puede el corazón recibir el Espíritu de la Humildad si está dominado por el espíritu del orgullo?
No hay manera. Quien esté dispuesto a recibir el Espíritu de Dios tiene que renunciar al espíritu del diablo.
No es imposible tener fe para perdonar, porque el Espíritu de la Fe hace que eso sea perfectamente posible. Además, Jesús jamás pediría algo que no fuese posible de ser atendido. Sería injusto de Su parte, ¿no es así?