“Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre JESÚS, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido. Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor, y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos.” Lucas 2:21-24
Busqué saber el motivo por el cual se esperaban ocho días para proceder a la circuncisión. Acompáñeme: “Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé a luz varón, será inmunda siete días; conforme a los días de su menstruación será inmunda. Y al octavo día se circuncidará al niño.” Levítico 12:2-3
María y José cumplieron la Ley que Moisés enseñó. ¿Qué necesidad había para cumplir la Ley o para presentar al Señor Jesús, siendo Dios? Para dejarnos un verdadero ejemplo de sumisión y obediencia. Incluso siendo obispo, esposa de obispo, pastor, esposa de pastor u obrera, incluso así, se debe cumplir la Ley. El hecho de que ya “honramos” a Dios con nuestro servicio no nos hace “diferentes” en el cumplimiento de nuestros deberes, declarados a través de Su Palabra. Pero, ¿si no hay una sumisión, que es la disciplina, cómo habrá sujeción a Dios, a quien no vemos?