Karina Benítez necesitaba un cambio en su interior para ser feliz: “Mi vida fue una búsqueda constante de felicidad espiritual. Busqué ayuda en muchos lugares, pero lejos de lograrlo, me involucré en prácticas que no me hacían nada bien. Era una mujer muy peleadora, la convivencia con mi esposo se había vuelto insoportable y nos separamos. Después de un tiempo, volvimos a estar juntos, pero todo era motivo de peleas. Estaba mal de salud, sufría dolores de cabeza constantes y problemas ginecológicos sin explicación. Tenía dolores impresionantes, eran peores que una contracción, pero todo era resultado de mi pésimo estado espiritual”, cuenta Karina.
Al conocer la Universal, ella pudo liberarse de ese sufrimiento: “Empecé a participar y decidí entregarme a Dios. Entendí que tenía que poner toda mi vida en el Altar para que Él pudiera darme una nueva vida a cambio. Perseveré, puse en práctica lo que me enseñaban y así logré ser feliz, el Espíritu Santo me renovó por completo”.
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