Muchos matrimonios fueron restaurados al acercarse a la reunión de los domingos. Este testimonio es un claro ejemplo. Ella recuerda: “Tuve un embarazo y mi hijo falleció a los 9 días de haber nacido. Eso me trajo depresión, empecé a tomar pastillas y nada me sacaba esa depresión. Durante 5 años fuimos al cementerio todos los días pensando que teníamos una solución ahí. Eso adentro mío lo cargaba como una mochila.
Los dos nos golpeábamos, nos maltratábamos, mi esposo se iba y me dejaba con los chicos, era un caos, estábamos mal económicamente, vivíamos de apariencias, estuvimos separados incluso dentro de mi casa. Yo tenía muchas crisis de nervios.
Mi esposo empezó a tener problemas en el trabajo. A raíz de la situación que estábamos pasando, él se acercó a la Iglesia Universal, vino con los nenes. Yo lo empecé a ver más tranquilo, se le habían pasado los ataques que tenía, era otra persona. Yo le buscaba pelea y él no me respondía. Entonces me invitó a venir. Cuando yo llegué, empezamos a vivir un antes y un después. Ahora tenemos diálogo, tenemos paz. Nos casamos en la Iglesia. Hoy podemos compartir una mesa, compartir unos paseos juntos, todo es muy armonioso. No fue fácil, pero valió la pena”.
Por su parte, él comenta: “Cuando llegué a la reunión de domingo no fue fácil renunciar a un montón de situaciones, pero perseverando fui recuperando la confianza de mi esposa. Pudimos saldar las deudas, estamos prosperando, creciendo y proyectando”.
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