Cada iglesia que se abre allí es una puerta de entrada más al Reino de Dios. Así ha sido con la tribu de los Massai.
Hay quien cree que la caridad es una forma de convertirse en una persona mejor y aprobada por Dios. Sin embargo, las obras sociales de la Iglesia Universal superan los requisitos de la caridad, de la hermandad y del sentido de compartir con los que no tienen.
Cuando llevamos agua, ropa y comida, también llevamos el mensaje de fe, ¡pero la fe que realmente transforma!
Basta que veamos la primera iglesia de los Massai en Kenia, en Kajiado – Mile 46, abierta hace 4 años. Conocíamos la gran necesidad física de aquel pueblo y, debido a la escasez de agua, no tenían comida, el ganado moría y los malos tratos de la vida eran estampados día a día.
Hoy, el lugar tiene agua en abundancia para los animales y para la población. Ya no hay necesidad de pasar sed, pues nuestro pozo artesiano, perforado con más de 300 metros de profundidad, proporciona agua a voluntad para toda la comunidad ¡y sin ningún costo!
Pero no fue saciada solo la sed física, sino la sed del alma también.
Viabilizar un pozo artesiano fue una decisión eminente, pero sabíamos que la verdadera solución vendría solamente cuando probaran del Agua de la Vida.
“… pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna.” Juan 4:14
Y en ese trabajo intenso de llevarlos a conocer al Señor Jesús, vimos y presenciamos la gran transformación ocurrida en la comunidad Massai de Mile 46 – Kajiado.
¡Hoy contamos con grupos de obreros, evangelistas, grupo joven y miembros bautizados en las aguas y bautizados también con el Espíritu Santo!
Con las últimas lluvias, el pueblo prosperó aún más, y la aridez salió no solo de aquellas tierras, sino especialmente de la vida de aquellos que se entregaron al Señor Jesús.
Hace exactamente 18 meses, llegamos a la segunda comunidad Massai – Narok, una comunidad aún más sufrida que la anterior, por estar ubicada en un lugar más lejano y aislado, sin ninguna ciudad, hospital, tiendas o cualquier otra necesidad básica.
De Nairobi a Mosiro Narok son 140 km de distancia y, exactamente, 3 horas de viaje.
La población es de 16 mil personas, de las cuales 13 mil son genuinamente Massai.
Estábamos teniendo oraciones en esa comunidad una vez al mes, pero ahora tenemos un pastor que va allá todos los viernes.
Antes, las personas caminaban 10 km para recoger agua de un río. Pero, el año pasado, Safaricom (la mayor compañía de Telecomunicaciones de Kenia) perforó en Mosiro un pozo artesiano. Sin embargo, además de que el agua retirada del pozo era salada, encima era vendida a la comunidad local.
En Narok, toda la población es golpeada por las sequías constantes que terminan con el poco ganado que posee, y por los ataques de milicias que se llevan a sus niños como esclavos, además de por la mayor miseria que el ser humano pueda tener, que es la falta de conocimiento del Dios verdadero.
Enseguida vimos la necesidad de aquel lugar y la oportunidad de que una obra espiritual fuera realizada allí. Compramos un pedazo de tierra y, una vez más, fuimos bendecidos con un lecho de agua en su profundidad. Perforamos, entonces, un pozo artesiano de más de 300 metros de profundidad, dentro del terreno de nuestra iglesia, obteniendo así agua de la más excelente calidad, limpia y fresca, sin ningún costo para la comunidad local que es abastecida diariamente.
Allí también estamos finalizando nuestra iglesia que será inaugurada dentro de poco, aproximadamente en la primera semana de junio, sin embargo, ya se están realizando reuniones quincenales, pues sabemos que el verdadero cambio vendrá de la experiencia de cada uno con el Señor Jesús.
Y los testimonios ya están siendo oídos y, pronto, ese lugar estará floreciendo como Mile 46.
Allí Dios hará cosas nuevas y, literalmente, habrá fuentes brotando en el desierto.
“He aquí, hago algo nuevo, ahora acontece; ¿no lo percibís? Aun en los desiertos haré camino y ríos en el yermo.” Isaías 43:19
Lo que más nos alegra es saber que hay vidas que están siendo cimentadas en la roca, pues la sed física tiene que ser saciada todos los días, pero la sed del alma no estará más en aquellos que decidan buscar al Dios Vivo.
Estar en ese lugar, y mirar a la izquierda o a la derecha, nos remite al día en que Abraham le dijo a Lot: “… escoge hacia dónde quieres ir” Génesis 13:8-9.
Así como Abraham, escoger ir hacia donde los “Lots” de nuestros días no quieren ir y, aun así, miran con desprecio, es más, ni miran, ellos fingen que no están viendo, es una tarea para pocos.
Pero es en esa dirección que Dios nos ha llevado, hacia el desierto, sequías, miseria, porque allí es donde Dios nos hace prosperar. Es donde encontramos agua potable y personas de almas secas, pero que, al recibir el Agua de la Vida, el Espíritu Santo, sus vidas se vuelven como un pozo artesiano, fuentes de aguas vivas.
Curiosidad: vea el pequeño video de una lluvia en el desierto seco y castigado por el hambre donde construimos nuestra iglesia. ¡Simplemente grandioso!