Pero lo que no muchos saben es que, a pesar de sufrir más, las mujeres se recuperan más rápido que los hombres.
De acuerdo a un estudio realizado por la Universidad de Binghamton, en Nueva York, en conjunto con la University College of London, de Inglaterra, el duelo después de una ruptura o decepción amorosa es más fuerte en las mujeres, pero dura menos.
Según el antropólogo Craig Morris, coordinador de la investigación, eso sucede porque las mujeres están “programadas” biológicamente para invertir más en una relación que los hombres. Es como si pusieran más expectativas en una relación, y cuando se termina, el dolor termina siendo proporcional.
¿Hay alguna forma de evitar la frustración amorosa? Nunca sabremos si una relación continuará para siempre o tendrá un final, lo que siempre traerá algún tipo de dolor. Pero se puede analizar antes de iniciar un compromiso amoroso.
Señales a tener en cuenta
Compatibilidad espiritual: lo primero a tener en cuenta es si el muchacho es de la misma fe. Quien se casa con alguien que no vive la misma fe tendrá una vida de sufrimiento.
La forma en la que él se relaciona con los demás.
Observe cómo son sus conversaciones. Esté atenta, porque la boca habla de lo que está lleno el corazón.
Si observa algo malo, como mal carácter, falsedad, mentiras, falta de temor a Dios, no pierda tiempo tratando de administrar el problema, huya de él.
Mirar hacia adentro
Cuidar su propia vida espiritual y amorosa es tan importante como estar atenta a todas esas señales. Eso no significa apenas ocuparse de la apariencia para atraer un buen pretendiente, sino ver cómo está su propio corazón, superar los traumas, verificar las raíces que la llevan a repetir siempre los mismos errores y terminar siempre con los mismos problemas.
Para eso existe la Terapia del Amor, que se realiza todos los jueves a las 16 y a las 20 en el Templo de la Fe, Av. Corrientes 4070. Acérquese a participar y aprenda a cuidar su interior.
“No lograba ser feliz en el amor”
Jimena Lastra no lograba realizarse en el área sentimental, quería ser feliz, encontrar a la persona adecuada, pero no alcanzaba ese objetivo y, por eso, sufría. “Siempre me fue mal en el amor, yo me enamoraba tomando en serio a la persona, y aun así siempre terminábamos cortando. No era fácil vivir decepción tras decepción, pero gracias a Dios comencé a participar de las reuniones de la Universal y mi vida comenzó a cambiar. Primero cambié yo, después conocí a un hombre maravilloso con quien nos casamos”, cuenta.
Ella participó de las reuniones, usó su fe en los propósitos y sacrificó en la Hoguera Santa porque quería la felicidad que viene de Dios. Así, fue viendo como su vida cambiaba. Al tiempo conoció a una persona especial con quien decidió compartir el resto de su vida y al tiempo se casaron. Hoy ella es feliz junto a su esposo porque su matrimonio es una bendición. En su hogar hay paz y alegría.
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