Estimado obispo,
Sinceramente, agradezco la oportunidad de haber participado activamente del diseño, construcción e inauguración de la catedral.
El domingo 1º de mayo, estuve presente en la reunión de inauguración de la catedral. Fue la primera vez que participé de una reunión en la Universal en un momento tan importante para la iglesia aquí en Chile.
Fue una experiencia increíble ver la felicidad de todas las personas que estaban participando ese día, fue realmente un gran premio para el alma.
Las palabras del obispo Macedo durante la reunión realmente me tocaron, como por ejemplo, cuando explicó que nuestra comunicación con Dios es por el cerebro y el pensamiento racional, y no por el corazón. Nunca había escuchado una prédica así en otras iglesias. Desde hace mucho tiempo tengo este pensamiento, de que el corazón es muy emocional y nos permite confundirnos y equivocarnos en decisiones e impresiones. Para mí, la personalidad y el sentido racional son las respuestas de muchas cosas que veo y que siento en relación a la religión.
Sobre el mensaje predicado, la Fuente de la Vida, lo que más me llamó la atención fue el hecho de que la persona que recibe el Espíritu Santo se convierte en la propia fuente y puede dar agua viva para otras personas, pues pasan a ser instrumentos de Dios. Yo ya había oído esta prédica en otras iglesias, pero con una interpretación diferente, no tan clara como el obispo Macedo lo explicó.
Otro momento que me llamó mucho la atención fue en el momento de la oración, en la que todos estaban realmente muy concentrados y con los ojos cerrados. Escuché un fuerte sonido en ese momento y confieso que abrí los ojos para ver. Cuando miré el rostro de las personas alrededor, tenían una expresión muy transparente y verdadera. De repente ese sonido aumentó y fue como una descarga eléctrica muy fuerte en mí, como una electricidad que nunca había sentido en toda mi vida, sin que algo físico la produjera.
Y, finalmente, admito que nunca había oído algo que el obispo explicó: que no sirve creer en Dios y no creer en sí mismo, es decir, tenemos que creer en Dios y también en nosotros.
Personalmente, puedo decir que estoy agradecida por este momento, que para mí fue una experiencia única.
Como arquitecta, puedo decir que la catedral de Santiago y todas las personas que forman parte de la misma contribuirán a través de un gran impacto y un mayor desarrollo en todo el barrio de la catedral y su alrededor, como también en la ciudad de Santiago.
Las actividades que serán realizadas y la gran cantidad de personas con fe que comenzarán a participar alcanzarán ese cambio.
Muchas gracias por permitir que yo forme parte de esta obra.
Atentamente,
Paulina Rica Mery.
Arquitecta – Universidad de Chile
Magíster en Proyectos Urbano Regionales y Seguridad Humana.