¡Que el eterno Dios Altísimo, en este día, venga al encuentro de la necesidad de cada uno!
Es importante entender que Él opera en nosotros Sus favores de acuerdo con nuestra expresión de fe. Cuando hay fe, o sea, cuando esbozamos una actitud, por menor que sea, en relación a Él, sea en el pensamiento, sea en una simple oración, inmediatamente nos posicionamos delante de Él.
Y cuando pronunciamos Su Santo Nombre Jesús, no hay error. Él oye y responde de acuerdo con Su voluntad. ¡Haga eso! Es simple. No cuesta nada. Pero cada uno tiene que hacer su parte.
El Señor Jesús, que vivió entre nosotros y que entiende perfectamente nuestras dificultades, prometió: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que Le pidan?”, (Mateo 7:7-11).
Entonces… ¿qué está esperando? ¡Haga eso ahora!
Y a partir de entonces nunca más estará mendigando favores de los demás.
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